[resumen.cl] El investigador Antonio Lara evalúa los intereses contrapuestos de las empresas forestales con los comités de agua potable rural y la población en general con respecto al agua. Mientras la necesidad de abastecimiento de calidad para comunidades rurales se contrapone a los intereses empresariales, el riesgo en que los megaincendios ponen a la biodiversidad local y la población en general, obligan a tomar un enfoque de de prevención coordinada. La opinión del autor se respalda en amplia evidencia científica y más de 15 años de experiencia en investigación. Urge debatir este tema a fondo en la Convención Constituyente.
El autor Antonio Lara es Ingeniero Forestal, profesor de la Universidad Austral de Chile e investigador principal de Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2. Este miércoles publicó una columna de opinión en CIPER Académico.
Allí desarrolla los principales argumentos del impacto de las masivas plantaciones forestales en el ciclo del agua de importantes cuencas del centro sur de Chile. Además propone desarrollar un enfoque de esfuerzos conjuntos en la prevención de megaincendios forestales en monocultivos en el peligroso contexto de cambio climático.
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La escasez hídrica que afecta la zona centro sur se ha constituido en una emergencia que ha sido intervenida por la ONEMI mediante abastecimiento con camiones aljibe. Una situación que funciona de manera precaria e irregular, y que además de representar un alto costo, no apunta a la raíz del problema.
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Con respecto al debate sobre el agua, expone concluyentes evidencias que demuestran «que las plantaciones de pino y eucaliptus consumen más agua que los bosques nativos o los matorrales y praderas y, por lo tanto, disminuyen los caudales, especialmente en verano».
El académico menciona un informe privado de la Corma de enero de 2020 que plantea que el consumo de agua de los pinos y los eucaliptos sería comparable a otras especies.
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Sin embargo, la columna se centra en la masividad estructural del negocio forestal entre las regiones del Maule y La Araucanía, principalmente. Y en el riesgo de inseguridad en el suministro de agua potable para la población rural medianteque se abastecen desde los Comités de Agua Potable Rural (APR) «hay 770.000 personas que son provistas de agua gracias a los 945 comités APR existentes, que representan aproximadamente al 40% de usuarios y Comités APR a nivel nacional, lo cual subraya su importancia» precisa.
El investigador detalla que en las pasadas 2 décadas la disminución en el abastecimiento de agua potable en zonas rurales es explicada en parte debido a la disminución de caudales de ríos y esteros y de los niveles de las napas subterráneas que abastecen los pozos. «Esto último se debe a la expansión de las plantaciones, la disminución de las precipitaciones a causa del cambio climático, y el aumento de la demanda de agua. Las plantaciones, además, disminuyen la calidad del agua debido a las talas rasas recurrentes» indica.
Con respecto a las regiones más afectadas «El 51% de este tipo de reparto de agua, que ha abarcado desde las regiones de Coquimbo a Los Lagos, se ha efectuado entre las regiones del Maule y Bío Bío, las que concentran el 60% de las plantaciones, aunque no son las que presentan mayor aridez ni densidad de población» indica el investigador citando el informe de Megasequía 2010-2019 del centro de investigación CR2
Intereses contrapuestos: Utilidades para empresas forestales y necesidad de abastecimiento de agua potable rural
Debido a que el principal objetivo de las empresas es la producción de madera, celulosa y productos derivados, se pone en altísimo riesgo a la necesidad de contar con un suministro de agua potable para la población del territorio. «Se provoca, entonces, una asimetría en la toma de decisiones respecto del agua, ya que las empresas aparecen como ganadoras, pues su fin es maximizar sus utilidades provenientes de la madera y solo se preocupan por el agua en la medida en que las comunidades locales o los APR reclamen. Pierden, en cambio, todos los usuarios del agua, quienes deben sobrellevar la carga de la escasez de este recurso»
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El investigador también apuntó a que «los consumidores locales se benefician limitadamente con esta industria, pues la mano de obra es altamente especializada y generalmente proviene de otras zonas. La tarea y los costos de abastecer de agua a las poblaciones, entonces, se traspasa al gobierno, quien la distribuye en camiones aljibe, una solución que no aborda el fondo del problema«.
Megaincendios forestales: la necesidad de actuar en conjunto para prevenir incontrolables eventos catastróficos
La columna constata citando el Informe a las Naciones de Incendios Forestales en Chile del CR2, que las plantaciones forestales son el tipo de vegetación que en términos de porcenjate, más ha incrementado su superficie quemada anualmente. Estas plantaciones «representan el 50% del área de los megaincendios, es decir, aquellos que consumen más de 10.000 hectáreas. Entre 1985 y 2018, este tipo de eventos han quemado 444.000 hectáreas en Chile».
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El autor explica que a diferencia de los intereses con respecto al agua, ante el creciente riesgo de megaincendios incontrolables hay un consenso en la sociedad. «Existe un acuerdo total: los incendios son indeseables y traen grandes pérdidas. La más grave es la pérdida de la vida humana, o bien, las personas que resultan heridas, quienes pierden sus viviendas, sus pertenencias, sus medios de producción, las plantaciones, aserraderos, los bosques nativos, la biodiversidad, los servicios ecosistémicos y un largo etc.»
Estos megaincendios que en condiciones meteorológicas tórridas cada vez más frecuentes, pueden llegar a volverse incontrolables, escapando a las capacidades de ser controlados tanto por el Estado o las propias compañías privadas, como por comunidades rurales o poblaciones del borde urbano afectadas.
«Por lo tanto, en el caso de los incendios forestales (a diferencia de la provisión de agua abordada previamente) no hay intereses contrapuestos, sino un alto grado de acuerdo entre los actores involucrados, lo cual es la base para la existencia de un sistema de detección y combate bien coordinado y sincronizado, capaz de reducir el área quemada y sus efectos negativos» indicó el autor
Hacia un paisaje más diverso y menos uniforme
El investigador explica que va ganando terreno la idea de que los paisajes con plantaciones extensas y continuas promueven propagación de grandes incendios.
«Por lo mismo, hay consenso en que se requiere avanzar hacia paisajes más heterogéneos, que mezclen diferentes usos del suelo (por ejemplo, plantaciones forestales, bosques nativos, praderas, matorrales)«.
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La columna apunta a la necesidad de restaurar con vegetación nativa las zonas cercanas a cursos de agua, con especial énfasis en las cuencas proveedoras de agua de los comités de agua potable rural. «Esta restauración requeriría el reemplazo de una parte de las plantaciones por bosque nativo, especialmente en las áreas indicadas, lo que permitiría aumentar la provisión de agua y la regulación de caudales, a la vez que reduciría las áreas potencialmente afectadas por incendios. Claramente todos/as ganaríamos con esta opción».
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