El 15 de noviembre de 2019, en la Plaza de la Dignidad y en medio de las masivas protestas sociales que sacudieron el régimen político que administra el capitalismo neoliberal chileno, el joven Abel Acuña participaba de la movilización junto a su amigo Rodrigo Vergara. Debido a las potentes bombas de humo y gas arrojadas contra la gente por las Fuerzas Especiales de Carabineros, Abel sufrió un paro cardíaco. Mientras era atendido por voluntarios y profesionales médicos en la calle, un blindado lanza aguas de los uniformados embistió brutalmente al personal sanitario y al propio Abel. El muchacho falleció minutos después en la Posta Central de Santiago.
Por Andrés Figueroa Cornejo
Cuatro años después, el pasado 18 de noviembre de 2023, en la comuna de Maipú, las agrupaciones sociales del sector, amigos y familiares de Abel Acuña, realizaron un acto político y cultural de homenaje y para exigir justicia frente a un crimen que, pese a estar hace tiempo identificados sus responsables materiales y políticos, es otro caso más que yace helándose en los tribunales.
En la esquina de 3 Poniente con Silva Carvallo arrancó la marcha popular y se encaminó hacia el hogar de Abel, donde se encontraba su padre, Anselmo, y los vecinos del pasaje. Como es tradición de los sencillos, cada grupo de personas, bailarinas, comparsas, barra de Los de Abajo, poetas y artistas, se detuvieron un momento en las puertas de la casa de Abel y efectuaron su acción de memoria y lucha.
«Abelito fue muy buen compañero de estos jóvenes», dijo Anselmo Acuña para explicar la concurrencia hasta su vivienda. «Fue una persona muy justa. Si veía alguna situación injusta, pues ahí mismo se metía. Por eso cuando fue el estallido social nos integramos rápidamente: se trataba de los derechos de las personas», recordó Anselmo.
– ¿Y qué pasa con la justicia para Abel?
«En muchos casos, como el nuestro, el Ministerio Público ha tratado de justificar el accionar de la represión e intentado culparnos a nosotros mismos de los homicidios que el Estado ha cometido sistemáticamente. Abel fue el primer caído en Plaza de la Dignidad, luego fueron asesinados otros. No se trata de un hecho aislado. Y claro, el mandatario de entonces, Sebastián Piñera, es el máximo responsable político, es quien dio la orden y autorización para que la represión de la policía militar desplegara la muerte a sus anchas.»
– Piñera no ha pasado ni 5 minutos tras las rejas después de tantos homicidios de su responsabilidad directa ejecutados durante la revuelta popular, además de los mutilados oculares, los torturados, heridos, los presos, las y los muchachos que incluso se han suicidado años después por razones asociadas a la pérdida total o parcial de la visión por las municiones policiales…
«El capitalismo es capaz de comprar al Ministerio Público, a la burocracia, a todo aquello que demanden sus intereses. En la revuelta la gente exigía equidad social, una vida más justa. Pero en este país, hoy la gente se muere esperando su turno en la salud pública, y los jóvenes no pueden acceder a una vivienda digna, entre tantos abusos que vemos a diario».
– ¿Cómo sostienes tus expectativas de justicia para tu hijo?
«Hay que pelear, enfrentarlos, hablar con los dueños del sistema y exigirles que pare la impunidad.»
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Inmediatamente después de visitar la casa de Abel y Anselmo, la columna fraterna comenzó a retornar a su punto de partida para levantar una actividad política y cultural que se extendió hasta el anochecer.
Victoria, trabajadora sanitaria y parte de Maipú Poniente Organizadx precisó que, «para nosotros la memoria no es sólo recuerdos; tiene que ver con hechos que ocurren constantemente y no son muy distintos a los que pasaban antes, durante la dictadura y más atrás. Estos asesinatos del Estado se reiteran una y otra vez. Por ello, hablamos de una memoria activa, viva, combativa, que se expresa en las calles».
El estudiante secundario del emblemático Liceo de Aplicación, Kevin, también en la marcha, aseguró que «es importante conmemorar a un compañero que se fue en un contexto de lucha social. Es super importante no olvidar nunca a un compañero que dio la vida por nosotros, por el pueblo trabajador. En mi colegio el estudiantado es todo consciente: nos organizamos, construimos sitios de memoria, hace poco levantamos una biblioteca autogestionada».
El Liceo de Aplicación, establecimiento escolar archi vigilado por la policía militar cotidianamente, hace sólo unos días fue víctima de un allanamiento de las Fuerzas Especiales de Carabineros, las que desalojaron a los profesores e inspectores para luego quedarse solos con los menores, algunos de ellos de 12 años de edad. Los obligaron a ponerse en el suelo, les realizaron un control de identidad, les sacaron fotos y tomaron videos. Asimismo, «nos dimos cuenta que al interior del liceo había agentes de civil desde antes de que entraran los uniformados», completó Kevin.
Por su parte, la integrante de la asamblea poniente de Maipú, Alejandra, expresó que «en cuanto supimos que Abel era uno de nuestros vecinos, se volvió imperativo que nos agregáramos a la lucha por la justicia y el no a la impunidad. De hecho, el proceso se ha tornado más duro ahora que la Fiscalía quiere desestimar el caso».
– ¿Por qué crees que en esta zona se mantiene la organización popular?
«Porque hay mucha lucha acumulada, y no únicamente desde la revuelta. Hablamos de la historia larga. Por lo demás, intentamos sostener un feminismo de clase. Entendemos que la lucha es contra el capitalismo, el fascismo y el patriarcado. La revolución no es una cuestión de hombres, sino de humanidad.»
La Gran Comparsa del Pueblo es un grupo de baile y poesía artístico de excelencia. La joven Rebeca Escobar contó que la asociación se creó durante el estallido social, «en forma de arte-protesta».
Rebeca opinó que «se ha restado mucha juventud y gente en general desde la pandemia. Es como si nos hubiéramos dormido de nuevo. Pero nosotros y otros, estamos en la calle, apoyando para cuando nos necesitan».
Rebeca recitó con fuerzas de todos los tiempos un poema de cuño propio cuando estuvo frente a la casa de Abel. Comienza así, como las bocas y el agua que vienen de la tierra: «Rojo vivo, sangre y fuego, está presente el juramento».
Entre las participantes, estaba la socióloga, profesora universitaria e investigadora de la Fundación SOL, María José Azócar. «Estar aquí a una le permite energizarse y darle para adelante y nutrirse e inspirarse. Así se construye la lucha desde los afectos», manifestó María José, y sobre las relaciones actuales que suelen estar rotas entre la academia y la lucha popular, detalló que, «No existe manera de entender y producir nuevo conocimiento sino que desde aquí. En la Fundación SOL jamás hemos creído que el conocimiento es neutro: siempre es colectivo, crítico y político. A veces la academia vende sus trampas y dice que la ciencia es resultado de una genialidad en particular, pero es mentira».