El pasado 27 de abril del 2024, cuando se cumplían 50 años de la liberación de todos sus presos políticos portugueses gracias a la Revolución de los Claveles, reabrió sus pesados portones, esta vez como "Museo Nacional de la Resistencia y la Libertad", la antigua Fortaleza Militar de Peniche, la peor cárcel de la dictadura militar portuguesa.
Por Joaquín Pérez
El Museo de Sitio, inaugurado por el presidente portugués de centro derecha Marcelo Rebelo de Sousa, comienza con un memorial donde se registraron los nombres de los 2.626 prisioneros políticos que pasaron por Peniche entre 1934 y 1974. Como señala la propia directora del Museo, Aida Rechena, es un memorial incompleto, ya que la dictadura portuguesa fue la más prolongada de Europa Occidental (1926-1974), y durante el uso de Peniche como centro de prisión política por parte de los servicios de seguridad del régimen, no todos los detenidos fueron registrados.
Peniche es una fortaleza militar del siglo XVI, instalada sobre una pequeña península rocosa azotada con fuerza por el mar, a partir de 1926 se transformó en prisión y hasta allí eran trasladados los enemigos de la dictadura militar de corte fascista que gobernó Portugal por 48 años y vivió sus años más duros cuando pasó a manos de la policía política. Fue allí donde se encarceló a los opositores más destacados, entre ellos Álvaro Cunhal, líder del Partido Comunista de Portugal, quien protagonizaría una histórica fuga desde este penal.
El sistema represivo de la dictadura portuguesa contó con 14 prisiones en Portugal propiamente tal y otras 37 cárceles o campos de concentración en las antiguas colonias de África. Uno de los pilares del régimen fue la Policía Internacional de Defensa del Estado (PIDE), la policía política de la dictadura y el régimen colonial, que disponía de la potestad especial de prolongar el cautiverio a los prisioneros a pesar de haber cumplido sus penas o también de encarcelar personas por tiempo indefinido sin siquiera llevarlos a juicio.
Según la historiadora Irene Flunser Pimentel en su libro A história da PIDE, "los internos estaban encerrados durante 20 horas y solo se reunían en el comedor, donde los guardias llegaron al extremo de prohibirles sonreír", se practicaban diversos tipos de tortura los latigazos con el llamado caballo marino, la privación de sueño, tortura de la estatua o aislamiento en las celdas de castigo de Peniche, bautizadas por los prisioneros como "El Secreto", donde eran incomunicados sin ventilación, sin espacio para moverse, sin visitas y a veces sin comida.
Para la directora del museo: "Nuestra misión es investigar, preservar y comunicar la memoria de la resistencia al régimen fascista portugués a partir de los testimonios de quienes lucharon por la libertad y la democracia". La muestra revive los días del partido único, la censura, la falta de libertades y derechos, la persecución de la disidencia, la solidaridad de los vecinos de la caleta de pescadores de Peniche hacia los familiares de los prisioneros y prisioneras políticas, además del régimen policial instaurado y naturalizado en cada ámbito de la sociedad.
"Es importante recordar a las nuevas generaciones que la libertad es inseparable de la resistencia y del sacrificio de muchas personas encarceladas o muertas", manifestó un antiguo preso político durante la inauguración del Museo donde se puede conocer el decálogo de la dictadura "Dios, patria y familia"; los aparatos de escucha policial, los manuales de torturas, las fichas de los presos y presas, los diarios de la época que recuerdan con motivo de la muerte de Hitler, las banderas a media asta de la Nunciatura Apostólica, la embajada de España, las legaciones de Alemania, Suiza, Suecia y Japón.
Este Museo va más allá de los Sitios de Memoria que recuerdan a los y las represaliadas, profundiza en la lucha de resistencia clandestina contra el régimen, que operó en campos, fábricas, lugares de estudio, las calles y en las propias cárceles de la dictadura.
Resulta bastante llamativo que un gobierno de centro derecha inaugure este Museo, tan anhelado por los sobrevivientes durante décadas, ya que el anterior gobierno socialista había levantado un proyecto turístico el año 2016 para el terreno, lo que sin duda era un insulto a la resistencia y la lucha del pueblo portugués en contra de la dictadura fascista. El gobierno socialista no logró implementar su proyecto debido a la resistencia de los antiguos presos y presas políticas que se movilizaron para impedirlo, en una lucha por el derecho a la memoria.
Imaǵen principal extraída de Museo Nacional de la Resistencia y la Libertad