Por Ruperto Concha / resumen.cl
Opción 1: Spotify
Opción 2: Apple Podcast
Opción 3: Radio Public
Las noticias parecen estar acelerando esta semana. Como si quedara poco tiempo para llegar al desenlace. Por ejemplo, según informó el muy oficialista diario The New York Times, hasta el fervorosamente optimista presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ya está teniendo que admitir que las llamadas "Potencias Occidentales" parecen decididas a imponerle que se resigne a entablar negociaciones de paz con Rusia, en términos que los rusos consideren aceptables.
Eso implicaría que el gobierno de Kiev, a cambio de la paz y de ayuda para la reconstrucción nacional de post guerra, se resigne a reconocer definitivamente la soberanía de Rusia sobre la península de Crimea y todo el territorio oriental habitado por rusos durante los últimos trescientos años.
En tanto, según prestigiosos medios de prensa de Estados Unidos, de la oposición, como Zero Hedge, National Review y Fox, las últimas encuestas, incluyendo a la célebre Gallup, indican que el apoyo a la candidatura del actual presidente Joseph Biden para ser reelegido en las elecciones del próximo año no logra superar el 40%.
Incluso la gran red de TV y prensa oficialista CNN dio a conocer una encuesta con resultados similares, realizada por la Social Science Research Solutions, que con leves variaciones coincide con los otros resultados.
Paralelamente, la recaudación de dinero para la candidatura presidencial de Biden ya parece haber superado los 500 millones de dólares con aportes de las grandes entidades financieras. Sin embargo, según informa la revista National Review, los aportes personales de pequeñas sumas de dinero, menos de 20 dólares, a la campaña... no llegan ni al 10% de los aportes que se hicieron en la campaña de 2020. O sea, la gente de la base social que votó por Biden, ahora ya no lo quiere.
El enfrentamiento entre demócratas y republicanos está alcanzando una ferocidad casi ridícula que hace temer estallidos de violencia física. Y, sin embargo, pese a ello, la gente de ambos bandos, en un 57% coincide en oponerse a seguir apoyando la guerra de Ucrania. Y, en cuanto a una posible guerra contra Rusia en defensa de Ucrania, el rechazo aumenta... ¡al 83%!
Y ahora, en este contexto desalentador para las llamadas Potencias Occidentales, el miércoles 26 estalló un golpe militar claramente anti occidental, anti europeo y anti estadounidense, en la República de Niger, el principal productor de Uranio de la región y que ahora está enlazando un cinturón de países africanos, aliados entre sí, que atraviesa todo el continente, desde el Océano Atlántico hasta el Mar Rojo y el Mediterráneo.
En realidad, las estrategias de las principales potencias de oriente y occidente estaban desde hace varios años preparándose para un enfrentamiento en África.
Y, naturalmente, también muchos estados africanos iban tomando conciencia de la importancia de su geografía en un futuro mundial inevitablemente globalizado.
Sin embargo, para los pueblos de la llamada África Negra, al sur del desierto del Sahara, las posibilidades de lograr una organización político-social eficiente, estaban dramáticamente disminuidas por la perversa ocupación de las potencias coloniales europeas que durante 5 siglos oprimieron y desintegraron a la población. Muchas de las actuales repúblicas africanas lograron su independencia recién a finales del siglo 20.
Además, las potencias coloniales europeas, en su competencia por apoderarse de territorios africanos, terminaron pactando entre sí los límites fronterizos de sus dominios sin prestar atención a los seres humanos que habitaban allí.
De eso derivó que en muchos de los actuales países independientes no exista un sentimiento fuerte de identidad nacional. Incluso se produjeron masacres atroces como la de la república de Ruanda, en 1994, en que miembros de la etnia Hutu, tras ganar el poder político, lanzaron una guerra de exterminio contra sus compatriotas de la etnia Tutsi, y que, en 3 meses, dieron muerte a más de un millón de ellos.
También en el territorio de Sudán se produjeron enfrentamientos terribles, con decenas de miles de muertos, y que finalmente desembocaron en la división del territorio nacional en un Sudán del Norte, de mayoría islámica, y un Sudán del Sur de mayoría cristiana.
Posiblemente Patrice Lumumba es la figura más importante del proceso de recuperación cultural y política de las naciones africanas en su dramático empeño por independizarse de la monstruosa explotación ejercida por los gobiernos de Bélgica, Francia y Gran Bretaña.
Protagonizó con éxito el proceso de independencia del Congo y buscó apoyo en la Unión Soviética para la capacitación técnica de las nuevas generaciones y la instalación de industrias estatales. Ello le valió que Estados Unidos calificara a Patrice Lumumba como enemigo mortal y, por orden personal del director de la CIA, Allen Dulles, fue asesinado en 1961. Por supuesto, en estos momentos la figura de Lumumba hoy es venerada en todo el continente como símbolo de la dignidad de las naciones africanas y su auténtica capacidad de progreso.
Como fuere, la desintegración de la Unión Soviética en 1991, junto con el inesperado y fulgurante crecimiento social y económico de la China, marcaron el inicio de todo un ciclo de nuevas aspiraciones en toda el África.
Particularmente, la República de Sudáfrica, que había declarado su independencia en 1962, instaurando el régimen de Apartheid, muy opresivo para la gente de raza negra y manteniendo el predominio económico y político de los blancos, en 1993 ya se vio obligada a reconocer el derecho a voto de los negros, y al año siguiente el héroe de los derechos negros, Nelson Mandela, fue elegido presidente con el 70% de los votos.
Simultáneamente, la presencia de China en África tuvo un efecto sicológico muy profundo a nivel popular. La gente se vio ante extranjeros no blancos, que llegaban sin fuerzas militares y se mostraban dispuestos a instalar empresas asombrosamente grandes y productivas, dando trabajo a miles y miles de personas asombrosamente bien pagadas.
China se cuidó bien de mantener su presencia en términos totalmente desapegados de la política local. De hecho, las millonarias inversiones de dinero chino en países africanos fueron básicamente inversiones directas de capital en el país o de créditos por bienes en transacciones comerciales, con escasísimas operaciones de préstamos financieros.
En términos de presencia militar, China se ha limitado a la instalación de una sola base naval sobre el Mar Rojo, en la diminuta nación de Djibuti.
Obviamente el prestigio de China en África se ha mantenido inalterado hasta ahora.
La presencia de Rusia, en cambio, ha sido básicamente, de cooperación profesional, técnica y comercial, con un importante grado de afinidades por el respeto ruso hacia la religión islámica que se extendía poderosamente por toda el África. Asimismo, se mantenía emocionalmente presente en África la experiencia de colaboración militar y cultural proporcionada por los países socialistas, en los movimientos independentistas africanos, especialmente en el Congo. Rusia, con Patrice Lumumba en 1962, y Cuba, con el Che Guevara en 1965.
Ya en el siglo 21, la fiebre belicosa e imperialista del gobierno de George W. Bush en Estados Unidos, lejos de calmarse con el gobierno del Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, se acentuó dramáticamente sobre el Asia Occidental y sobre el norte de África. Es decir, sobre el mundo islámico.
La lucha antiterrorista iniciada como respuesta a los atentados contra las Torres Gemelas, continuó con Barack Obama en la sucesión de operaciones militares estadounidenses en las que ya estaban participando los países europeos de la OTAN.
En 2008, Estados Unidos, junto a Gran Bretaña, financiaron una operación encubierta que llevó al derrocamiento del presidente de la República de Georgia, Edward Schvarnadze, que mantenía buenas relaciones con la Rusia post soviética, y su reemplazo por el ambicioso y audaz Mikhail Saakashvili cuya misión sería provocar una guerra con Rusia.
También en este caso, la guerra fue lanzada con la invasión por Georgia sobre Osetia del Sur, violando la carta de las Naciones Unidas y, además, haciendo que soldados georgianos dieran muerte a algunos soldados rusos designados por las Naciones Unidas en calidad de "cascos blancos".
La reacción de Rusia fue inmediata, y tras 5 días de guerra Georgia optó por rendirse.
Las operaciones de revueltas políticas y derrocamientos bajo la figura de revoluciones democráticas se sucedieron durante el gobierno de Obama. En 2010 se produjo la Revolución de los Jazmines, en Túnez, norte de África, logrando el derrocamiento del líder islámico Ben Alí.
En 2011, la Revolución de las Rosas derrocó al presidente egipcio Hozni Mubarak y comenzó el intento de derrocar al presidente de Siria, Bashar Assad aventura que fue frustrada por la intervención de Rusia, y, al año siguiente, el derrocamiento del gobierno de Abdulah Saleh, en Yemen, y la guerra civil de Sudán que llevó al poder al general Al Bashir, el cual a su vez, fue derrocado por los generales Abdel Fatah al Burham comandante en jefe del ejército, y Hamlan Dagalo, Hamedti, jefe de la fuerza militar paralela llamada "Fuerza de Acción Rápida". Estos dos generales asumieron el poder, supuestamente con atribuciones iguales y muy afines a los gobiernos del general Al Sisi, de Egipto, y del general Khalifa Haftad, jefe del gobierno oriental de Libia, todos muy afines a Rusia.
Sin embargo, en 2021, y en secreto, el general Burham suscribió con el presidente Joseph Biden un tratado de alianza con Estados Unidos que, entre otras cláusulas, comprometía a Sudán en romper relaciones con Irán, pactar una alianza con Israel, con posible admisión de fuerzas militares israelíes en Sudán, y la suspensión de toda ayuda al pueblo palestino.
Es decir, el general Burhan había comprometido al gobierno de Sudán como un aliado de Washington e Israel en contra de Arabia Saudita, Irán y Palestina, y como punta de lanza de la OTAN en el centro mismo de África Oriental.
Esos compromisos del general Burhan con Estados Unidos e Israel, desataron la cruenta guerra que, en estos momentos, sigue indecisa en Sudán, en la que el general Dagalo Hemedti aparece claramente alineado con Rusia, con China, con Irán y con Arabia Saudita.
De hecho, gran parte de las operaciones mineras y agrícolas controladas por la "Fuerza de Acción Rápida" que comanda Dagalo Hemedti, se realizan en sociedad con inversionistas rusos, incluyendo elementos del ejército de mercenarios Wagner.
De hecho, desde el comienzo de la guerra de Ucrania, Sudán habría enviado secretamente a Rusia más de 16 cargamentos de oro, procedente de la zona controlada por las Fuerzas de Acción Rápida, en pago por diversas importaciones de armas, maquinaria y trigo, burlando las sanciones impuestas por Estados Unidos.
También Sudán ha mantenido un activo comercio con China, a la que ha exportado minerales y productos agrícolas por más de mil millones de dólares en 6 meses.
También, en Sudán, el general Dagalo Hemedti mantiene su alianza con el gobierno de Libia oriental, en Bengazi, que rechaza al gobierno impuesto por la OTAN sobre Libia, en Trípoli, tras el derrocamiento y asesinato de Muammar Khadaffi.
A la luz de esa maraña de secretos estratégicos centrados en África, se entiende que Estados Unidos, a través de sus "Milicia armadas estaduales" haya enviado extraoficialmente gran número de efectivos militares precisamente a Niger, que está al centro de Africa, conectándose con los gobiernos pro rusos de Libia y Egipto, más Etiopía, Djibuti, Chad, la República Centroafricana donde supuestamente hay una gran base militar de los mercenarios del grupo Wagner, y los gobiernos amigos de Mali, Burkina Faso y Ghana. Todos ellos países aliados o simpatizantes del bloque encabezado por China, Rusia, Irán, más la cautelosa y supuestamente neutral alianza con la India, Turquía, Sudáfrica y Brasil.
Hasta ahora, Rusia no ha aprobado el golpe militar en Niger. Pero sin duda defenderá a ese tremendo cinturón de aliados suyos si es atacado militarmente por fuerzas occidentales.
Las patéticas amenazas de Francia, de lanzar una fuerza militar contra a los golpistas ya quedaron anuladas cuando el ministro de Exteriores de Italia, Antonio Tajani, les respondió:
¡No sueñen con retornar a la colonización de África!
Supuestamente, cualquiera acción militar contra la junta de gobierno en Niger tendría que ser protagonizada por las propias naciones supuestamente pro occidentales de esa región de África, en su inmensa mayoría países pequeñitos y muy pobres.
En tanto, en la poderosa República de Sudáfrica, un mini escándalo está asustando al gobierno. Se trata de que súbitamente se ha puesto de moda una canción que dice "¡Mata a los Boers!". Esa canción había sido prohibida pues instigaba a matar a los blancos durante el Apartheid. Ahora se teme que la canción pueda estar incitando a matar a los blancos que son grandes terratenientes y ganaderos en la República de Sudáfrica.
¿Hay un renacer de las ganas de vengarse de los repugnantes amos occidentales de los tiempos coloniales?
El gobierno de Sudáfrica se lo está tomando muy en serio....
¡Hasta la próxima, gente amiga! Hay que cuidarse. Hay peligro.
*Imagen: Google | Obtenida de BBC Francia