Si alguien me preguntara por el personaje más admirado, idolatrado y convertido en gurú para quienes desde la ultraderecha actual están dando la llamada batalla cultural contra el llamado wokismo, es sin lugar a dudas el psicólogo canadiense Jordan Peterson.
Por Andrés Kogan Valderrama
De ahí que si uno revisa sus escritos, entrevistas y extractos de sus clases disponibles en la red, es el personaje perfecto para quienes critican lo políticamente correcto y cualquier discurso que cuestione el racismo, sexismo, clasismo o cualquier tipo de discriminacion o desigualdad existente.
Por lo mismo, Peterson ha pasado a ser uno de los principales voceros de una ultraderecha que ha señalado que movimientos como el feminista, LGBTIQ+ ecologista, antiracista y por la justicia social, sólo buscan destruir las bases mismas de la libertad individual y de la civilización occidental.
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Son las llamadas políticas de identidad, con las cuales Peterson busca polemizar en cada momento, como si estuviera luchando contra las fuerzas del mal y fuera un especie de enviado divino para combatir a distintos grupos y ayudar así a esos hombres que se encuentran desorientados y sin capacidad de reacción, ante una crisis de la masculinidad.
Es el caso de muchos varones actualmente, que con la irrupción del movimiento feminista, se encuentran sin saber que decir y hacer al respecto, frente a la visibilización de un sistema heteropatriarcal, con roles y estereotipos de género historicos, los cuales nos muestran desigualdades en todo ámbito entre hombres y mujeres.
Es precisamente en muchos de estos hombres que Peterson sea tan admirado e idolatrado, al realizar una defensa explícita de la masculinidad tradicional, ya que según él, rasgos «naturalmente masculinos» como la responsabilidad, la autodisciplina y la valentía individual, se han perdido y deben recuperarse por el bien de la sociedad.
En consecuencia, Peterson se comporta como un especie de gurú para aquellos hombres enojados y amenazados por el feminismo, brindando reglas para la vida y un discurso de autoayuda para quienes quieran recuperar su masculinidad y salir adelante solos, dejando de lado la debilidad y la amabilidad.
No es casualidad por tanto que Peterson se haya vuelto tambien un referente en masculinidad para distintos coaches y expertos en seducción dirigido a hombres, utilizando una retórica y técnicas de conquista que solo refuerzan la violencia contra las mujeres y aumenta la presión a los hombres a nivel sexual.
Parece todo muy burdo, pero Peterson cree realmente en una idea de la evolución humana lineal, individualista, biologicista y cómo si no existieran estructuras de poder que han impuesto dominios sobre ciertos grupos,como ha pasado con el patriarcado, desde el nacimiento de las primeras grandes civilizaciones.
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Pero para Peterson nada eso existe, sólo una concepción centrada en el individuo y una mirada binaria de género, que niega la diversidad en el mundo, justifica las jerarquías sociales y busca que los hombres se levanten y pasen a ser machos alfas, de manera de restablecer un supuesto orden natural de la especie humana, reducido a la reproducción y la supervivencia.
Dicho lo anterior, la idea de Peterson de seguir insistiendo en recuperar la masculinidad, no solo daña a las mujeres sino también genera daño para nosotros los hombres, que tenemos que lidiar con moldes rígidos que sólo generan más violencia con nuestro entorno y con nosotros mismos, como se ve con las tasas de homicidios, accidentes, violaciones y suicidios, lideradas por lejos por varones.
Dicho de otra forma, es justamente esa masculinidad que Peterson busca recuperar, que nos tiene al borde de una guerra nuclear y de un colapso climático sin precedentes, impulsado por grandes Estados, mega corporaciones y líderes soberbios que han creído estar por sobre los límites del planeta y de las condiciones básicas de la vida de la Tierra.
Por ende, no necesitamos más machos alfa en el mundo, sino visibilizar masculinidades alternativas a la tradicional y fomentar que más hombres se vinculen desde el cuidado y la cooperación para construir horizontes más sostenibles.
La pandemia nos mostró lo vulnerables que somos y lo dependientes unos de otros, pero al parecer fue una oportunidad perdida para replantearnos nuestra manera de vivir, generando por el contrario más miedo y nuevos monstruos.