Según el Registro Nacional de Deudores de Pensiones de Alimentos en Chile 130.000 niñxs han enfrentado el abandono económico por parte de sus padres. Los principales causantes son los padres, pues sus deudas corresponden al 97% de la información registrada en el sistema.
Por Catalina Salazar Castro | @profe_sailorcata
La ausencia paternal desde una perspectiva económica y afectiva se ha constituido como uno de los mitos fundantes del E-N chileno. Llegamos a tal extremo que el 2021 casi se elige presidente del país a un candidato que presentaba una millonaria deuda de pensión de alimentos.
Fenómeno histórico
En el período colonial se estableció una base familiar flexible y dinámica que se caracterizaba por las redes de solidaridad entre la clase popular. Aquella estructura se perpetuó en la conformación de la república.
La nueva clase dirigente buscaba erradicar las prácticas de amancebamiento que impedían la consolidación de la estructura de la familia tan necesaria para la modernización capitalista y la creación de una sociedad civilizada. Sin embargo, sus esfuerzos no representaron un cambio sustancial en la forma de relacionarse de las familias populares. Por el contrario, figuras como las de "hijx ilegítimx" se fueron acentuando hacia finales del siglo XIX.
Ser niñx huachx
En ese sentido, la condición de "huacho" era común dentro del mundo popular cuyos efectos aún no han sido completamente estudiados. En consecuencia, el modelo de la familia se centró en la madre como un mandato hacia las mujeres quienes se debían encargar de sostener la vida. Por su lado, los hombres evadían su rol paterno como prueba de su masculinidad. El abandono paterno se volvió una responsabilidad cultural perpetuada por la sociedad machista.
«Así, poco a poco, depura ausencia y "noticiamiento", un papá del tipo de Mateo Vega se iba transformando, en la mente de sus hijos, en una especie de leyenda. En un padre legendario. Legendario, pero inútil. A veces admirado y deseado, pero las más de las veces temido y rechazado. Pues, a fin de cuentas -o sea, cuando los hijos ya no eran más niños-, no resultaba ser más que un desecho de la sociedad» (Gabriel Salazar: Ser niño huacho en la Historia de Chile).
Pese a los esfuerzos del aparato estatal hacia el siglo XX esta situación no había cambiado. En 1935 existía un tribunal de justicia encargado de colocar a los padres en la obligación legal de prestar alimento a sus hijos, pero surgieron obstáculos para el reconocimiento de los niños y niñas.
Asimismo, los gobiernos del Frente Popular intentaron impulsar políticas públicas para corregir este rol masculino con relación a las obligaciones familiares, pero existió una gran resistencia por parte de los hombres, pues defendían su derecho a la vagancia y rudeza.
«La marginalidad y la pobreza asociada a la falta de una noción de familia, a la deserción paternal y a los niños abandonados son temas que dejan numerosas preguntas por responder.
¿Los niños vagos son los hijos abandonados de una modernización inconclusa, son los hijos de un desarrollo industrial y urbano desequilibrado?» (Sandra Poblete: Abandono y vagabundaje infantil en Santiago de Chile).