[resumen.cl] Una nueva actualización de los números tras el terremoto que afectó a Haití el pasado 14 de agosto, cifra en 2.207 las personas fallecidas, 12.268 heridas, 344 desparecidas y casi 53.000 viviendas destrozadas. Sin embargo, la situación empeora por la crisis política y social que vive el país desde la intervención militar solicitada por Estados Unidos -de la que Chile fue parte-, pues pandillas armadas asaltan los camiones de ayuda humanitaria.
La información actualizada de los datos fue reportada esta mañana por la Agencia de Protección Civil.
Te puede interesar: Brigadas médicas cubanas ya se encuentran en Haití ayudando a víctimas del terremoto
El reporte se produce cuando se agota el tiempo para encontrar a más sobrevivientes que pudiesen estar bajo los escombros.
Además, como la catástrofe se produjo en medio de la agudización de la crisis política que vive Haití desde la intervención de las «fuerzas de paz» mandadas por Estados Unidos, la entrega de la ayuda humanitaria se ha dificultado por la presencia de bandas armadas que han realizado saqueos y ataques a los camiones que reparten ayuda.
El Gobierno haitiano condenó esta mañana «con vehemencia» los ataques, así como los actos de saqueo, en las zonas de Camp-Perrin, Duchity, Rivière Glace, contra camiones de la organización Food For The Poor que transportaban ayuda humanitaria en el día de ayer. Además, este viernes también hubo un intento de asalto a otro vehículo pesado del Programa Mundial de Alimentos (PMA).
«Estas pandillas controlan algunas de las carreteras y no permiten o dificultan la llegada de ayuda y la evacuación de los heridos. En ese sentido estamos pidiendo la creación de un corredor humanitario para garantizar ese acceso», explicó Blanca Carazo, responsable de Programas y Emergencias de Unicef España.
En este sentido, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) pidió un corredor humanitario ante la violencia de estos grupos.
Asimismo, el director del Programa Mundial de Alimentos de la ONU en Haití, Pierre Honnorat, señaló que «Estamos preocupados por el deterioro de la situación de seguridad que puede interrumpir nuestra asistencia a los haitianos vulnerables».
Crisis política de Haití
El terrmoto golpea a Haití, el país más pobre de América Latina y del hemisferio occidental en general, en un muy mal momento porque atraviesa una crisis política importante que tiene a un gobierno interino muy debilitado.
A su crisis social que se arrastra durante décadas, que le harán más difícil reaccionar a la catástrofe, se suma una grave crisis política desde que fuera depuesto mediante un golpe de Estado propiciado por Estados Unidos y Francia en 2004, el presidente Jean-Bertrand Aristide, derrocamiento del que Chile fue parte mediante el envío de «tropas de paz» por el expresidente Lagos, pues George Bush estaba concentrado en sus guerras de Irak y Afganistán, por lo que necesitó ayuda de países subordinados.
Aristide fue secuestrado por soldados estadounidenses y llevado a Sudáfrica, donde fue reconocido como presidente legítimo. El presidente era un exsacerdote parte de la teología de la liberación, que pretendía acercar a su país al eje latinoamericano liderado por Cuba y la Venezuela de Chávez, además de exigir a Francia la devolución de 90 millones de francos-oro (franco: moneda francesa utilizada en aquella época) que fueron apropiados por el gobierno francés a Haití entre 1825 y 1885.
La oposición interna y la desestabilicación desde el exterior provocaron serias revueltas, y luego un alzamiento de grupos rebeldes que el 29 de febrero de 2004 derrocaron al presidente Aristide. Asume Boniface Alexandre, un aliado de Estados Unidos que solicita a Naciones Unidas su intervención con el envío de una FMP (Fuerza Multinacional Provisional) integrada principalmente por efectivos de Estados Unidos, Francia, Canadá y Chile. Posteriormente, a partir de junio de ese año fue establecida la MINUSTAH (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití) compuesta por más naciones y con una importante participación de países latinoamericanos como la Argentina y el Brasil.
Desde su derrocamiento y la ocupación militar del país «tropas de paz» de la ONU, Haití vive una grave crisis política que ha agravado la ya difícil crisis social y humanitaria que tiene al país en condiciones de pobreza que ha hecho emigrar a un número importante de sus ciudadanos.
Una sucesión de mandatarios no han logrado la estabilidad política ni controlar la crisis social. El último de ellos, Jovenel Moise asesinado esta noche, era duramente cuestionado por episodios de corrupción y de represión hacia su población tras una fuerte ola de protestas en 2019 -desatadas por la falta de combustible- que exigía su renuncia.