[resumen.cl] Gracias a un posteo en redes sociales del investigador Francisco Sánchez se pudo notar otro de los atrasos más importantes del modelo chileno: el que regula y atiende la investigación en diversos centros académicos del país.
Hace poco tiempo Conicyt, la agencia estatal encargada del desarrollo científico chileno fue reorganizada pasando al Ministerio de Ciencias y cambiando su denominación a ANID, pero la política no varió en lo absoluto. La investigación chilena se basa en una feroz competencia por obtener recursos que llegan a las Universidades y centros de investigación para validarlos como entes responsables en este tema.
Chile basa este modelo en una serie de indicadores medidos por agencias privadas y públicas a nivel internacional, llamadas indexadoras y que otorgan valores a las publicaciones seriadas en las que se basan las decisiones para asignar recursos a los y las investigadoras.
Así, Wos, Scopus, Redalyc y muchas otras marcan el ritmo de lo que se debe investigar, cómo y por quién, no los Estados o las comunidades científicas disciplinares, a las que se otorga un papel sancionatorio que no puede intervenir en el marco de las agencias; en este caso, ANID y su adscripción absoluta a las indexadoras.
El posteo de Chávez tomó el caso del recientemente fallecido biólogo Humberto Maturana, tal vez de los intelectuales más reconocidos en su ámbito y en la reflexión académica en general. El profesional indica que, según Scopus y solo en revistas indexadas, Humberto Maturana publicó 49 documentos con 4.115 citas, donde muchas de ellas solo tienen Citescore (una métrica que mide la relación de citas por artículo), las únicas válidas para Conocyt Anid, con un índice de h-22.
Con estos valores, Maturana nunca hubiera podido ganar un Fondecyt, proyecto para recibir fondos para una investigación, y menos aún acceder a un proyecto asociativo de excelencia, es decir, dinero para trabajar en red con otros investigadores e investigadoras.
Una cuestión que llama la atención en este análisis es la comparación respecto a Google académico, formato de información que sí considera libros, editoriales y otras publicaciones no indexadas.
Allí Maturana tiene cerca de las 83.000 citas y un índice de h-87. Pero claro, a ANID no le interesa medir aspectos como el impacto en la sociedad ni la apertura de debates respecto a alguna cuestión, esa ya no es la labor de las y los intelectuales e investigadores, por tanto, no se cuenta ni se considera para entregar fondos del Estado.
En una mirada más política de la cuestión, podríamos señalar que una política más fuerte en investigación debe contemplar el financiamiento directo a los centros de investigación, dejando atrás la concursabilidad llevada al extremo.
Modelos de tipo más asociativo, con diferencias y matices, existen en una gran cantidad de países de América y Europa, y es el momento de explorarlos para construir una investigación más democrática y centrada en su propio quehacer, fuera de los estereotipos que dicta el mercado.