[resumen.cl] Brasil obtuvo su novena Copa América este domingo en el mítico Maracaná tras vencer por 3-1 a Perú. En la ceremonia de premiación, junto al dirigente de la CONMEBOL, el presidente Jair Bolsonaro entró a la cancha para entregar la copa al capitán Dani Alves, esto mientras gran parte del estadio que albergaba a 85 mil personas, pifiaban estruendosamente.
La esperada final de la Copa América, el torneo de selecciones más antiguo del mundo, se celebró este domingo en Río de Janeiro, donde el local Brasil derrotó por 3-1 a la selección peruana. El partido arbitrado por el juez chileno Roberto Tobar estuvo dominado en primera instancia por Brasil que abrió la cuenta al minuto 15′ con Everton. Sin embargo, poco a poco Perú se fue metiendo en el juego e intentó presionar a Brasil para empatar el encuentro al minuto 44′ a través de un penal ejecutado por Paolo Guerrero, alegría que no duraría mucho pues un minuto más tarde Gabriel Jesús (que sería expulsado por doble amarilla en el segundo tiempo) puso el 2-1. Si bien el segundo tiempo Perú mostró un mejor juego (dominando al menos 20 minutos llegando cerca del empate), el recién ingresado Richarlison sentenció con un penal al minuto 90′ para cerrar el 3-1 y desatar la alegría brasileña.
Festejos en la cancha, en las tribunas y en las calles de Brasil, que se vieron interrumpidos inesperadamente tras la aparición del presidente Jair Bolsonaro en el campo durante la ceremonia de premiación, generando la inmediata reacción del público en una pifiadera de gran parte del estadio que albergaba a 85 mil hinchas.
Alrededor 20 minutos estuvo Bolsonaro en que las pifias no se detuvieron. Junto a aquello, hay que señalar que tanto el director técnico Tite como el defensa Marquinhos se rehusaron a darle la mano al mandatario durante la entrega de medallas. A pesar del mayoritario rechazo, el presidente brasileño festejó como un jugador más en la cancha (llegando a levantar la copa) y siendo bien recibido por el plantel, y pese a que su capitán -Dani Alves- había señalado sus tibias diferencias con Bolsonaro, le dio un abrazo antes de recibir la copa.
Cabe destacar la actitud del plantel brasileño contrasta con lo expresado por la selección estadounidense en el mundial femenino de Francia, donde su co-capitana Megan Rapinoe señaló en distintos medios que de ser campeonas de ninguna manera asistirían a la «maldita» (fucking) Casa Blanca, y manifestó su desprecio a las políticas racistas y misóginas de Donald Trump. Finalmente, y tras efectivamente obtener el título mundial, el presidente Trump las felicitó por Twitter pero aclaró que no serán invitadas al palacio de gobierno.
Imagen: Carl De Souza | AFP