Todo el trabajo del actual proceso que creó la propuesta de Constitución que se votará el próximo domingo, estuvo marcado por una serie de episodios que a lo menos podrían catalogarse de «vergonzosos» o «impresentables», pero tuvieron poca cobertura de los grandes medios: Desde un consejero republicano que renunció por haberse masturbado en un bus, justificación a la dictadura, familiares contratados como asesores, creación de un comité de «expertos» que no sirvió de casi nada, dos artículos del texto que dicen lo mismo o el discurso de «los verdaderos chilenos», entre muchos otros casos que definieron el desarrollo de este proyecto de carta magna que el pueblo chileno decidirá si quiere que sea su nueva Constitución.

Por Alejandro Baeza

El proceso que desembocó en la propuesta de Constitución que votaremos este domingo fue una alternativa creada por la clase política para salir de la crisis y contó con una gran hegemonía de la derecha y el partido ultraderecha de «republicanos», presidido por José Antonio Kast.

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En sus meses de trabajo, se caracterizó por artículos extremistas y profundizar el actual modelo político, social y económico que fue impuesto en dictadura, con artículos que van desde hacer inconstitucional la persecución del narcotráfico, asegurar el negocio de las AFP y las Isapre con nuestro dinero, consagrar el derecho al agua de los grandes grupos económicos por sobre las personas, hasta quitarle a las mujeres el derecho al aborto en tres causales (tanto así que fue bautizada popularmente como kastitución), por lo que cuenta con un muy bajo apoyo y pocas probabilidades de ser aprobado, a pesar de los esfuerzos ingentes que realizaron los medios de comunicación para mejorar su imagen y promover el voto «A favor» y así intentar dar vuelta el escenario.

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Con todo y aquello, la última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) reveló, entre otras cosas, que apenas un 8% se inclinará por el voto «A favor» mientras un 30% de los consultados estaría votando por la opción «En contra». Además, un 53% todavía no ha decidido su voto.

Asimismo, las personas encuestadas evaluaron el actual proceso de la clase política: un 47% lo ve como como «mal o muy mal», un 33% «ni bien ni mal» y apenas un 11% «muy bien».

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Y es que desde que fue anunciado, ha estado caracterizado por una serie de episodios tremendamente vergonzosos, mucho más graves que usar un corpóreo o votar desde la ducha, pero que en esta ocasión la prensa hegemónica ha guardado desmesurado silencio.

En primer lugar fue la decisión de los partidos políticos de imponer un «Comité de Expertos» como organismo de democracia tutelada para supervisar el trabajo del Consejo Constitucional, el que, sin embargo, también fue «baipaseado» debido a la mayoría de ultraderecha y derecha, por lo que su trabajo no sirvió de mucho.

A principios de mayo, apenas días después de la elección de consejeros, se supo de una condena contra Aldo Sanhueza, representante elegio por el Partido Republicano para el Biobío, por haberse masturbado en un bus interprovincial y acosado a una pasajera. Sanhueza, renunció a su cargo y dejó subrepresentada a la región en el organismo.

Poco tiempo después, al tener mayoría el ultraderechista Partido Republicano propuso a Ninoska Payauna como presidenta del organismo, candidatura que resultó fallida al conocerse que tenía una condena por hurto.

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Finalmente asumió en el cargo Beatriz Hevia -representante de una clase social aspiracional que anhela con convertirse en elite- quién había emitido una serie de comentarios en que relativiza, justifica o derechamente defiende a la dictadura. Al respecto, en una entrevista en televisión eludió las preguntas en relación a los crímenes de lesa humanidad cometidos en dictadura con la excusa que «no había nacido» para entonces.

Unos meses más tarde, y ante el evidente fracaso que estaba teniendo el trabajo del Consejo Constitucional (mientras eran atendidos por garzones), Hevia criticó a los grandes medios de comunicación, siendo la mayoría propiedad de grandes empresarios y afines ideológicamente a la derecha política, por el escaso apoyo al proyecto de Constitución, llamado de atención que al parecer tuvo buena acogida, pues hubo un notorio giro en la estrategia mediática de jugarse por la aprobación de éste, lo que se mantiene hasta el día de hoy.

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A finales de julio se conoció el caso de Felipe Cabrera, pareja de la diputada del Partido Republicano, Chiara Barchiesi, que fue contratado por un sueldo de dos millones y medio como asesor de la bancada de este partido de ultraderecha en el Consejo Constitucional, la que también se encuentra integrada, por su cuñado Antonio Barchiesi. Es más, a finales de octubre un reportaje de CIPER reveló la cantidad de familiares con dineros rendidos como gastos de campaña que usaron las candidaturas para el Consejo Constitucional, lista que fue encabeza por lejos por Republicanos.

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Sin embargo, uno de los episodios más bochornosos fue el hecho que en el texto oficial salido del comité de revisión habían dos artículos que dicen exactamente lo mismo. Los que salieron de la respectiva comisión, fueron votados en el pleno, pasó el comité de expertos, volvieron a ser votados en el pleno, sin que nadie se diera cuenta.

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Finalmente, el 7 de noviembre, día en que se hizo la ceremonia oficial de entrega oficial de la propuesta de Constitución, Beatriz Hevia, dio un discurso beligerante y confrontacional, donde además habló que el texto representaría las esperanzas de «los verdaderos» chilenos (que piensan como ellos y de su clase social) e hizo una alusión a Diego Portales, el primer dictador de Chile (y pasar que en el siglo XIX, tampoco había nacido).

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Cabe recordar que este proceso fue amañado por la elite dirigente, entre otros argumentos, con la excusa que sería «serio y ordenado», es decir, hecho por la clase acostumbrada a dirigir el país sin la «folklórica» participación de representantes de las clases populares que horrorizaron a los grupos de poder, no obstante, todo lo anteriormente señalado es sólo una muestra de la poca seriedad y lo ultraideologizado que resultó el proyecto que supuestamente sería «una que nos una». Cabe preguntarse cómo evaluará el pueblo chileno este trabajo el próximo domingo.