Por Guillermo Correa Camiroaga / resumen.cl
Los muros de Valparaíso se han transformado en los papelógrafos o pizarras donde una espontánea de lluvia de ideas de porteñas y porteños han plasmado sus demandas, pensamientos y planteamientos para luchar por terminar con las injusticias sociales. De igual forma, las reuniones en asambleas, cabildos o intercambios de opiniones y experiencias son otra dinámica grupal que, mediante el auto aprendizaje colectivo van construyendo una conciencia crítica orientada a la acción liberadora que tenga como objetivo cambiar sus desmejoradas condiciones de vida. Basta, además, caminar con ojos y oídos atentos por cualquier lugar de nuestra ciudad para observar a grupos de dos, tres, o más vecinos y vecinas conversando, analizando, dando su opinión acerca de la situación por la que atraviesa nuestro país, lo que hace tan solo un mes atrás era impensable de imaginar.
El pueblo como protagonista se está transformando espontáneamente, a través de su acción rebelde, en educador y educando. Las marchas, movilizaciones y acciones directas son también expresiones y partes de este proceso educativo llevado adelante por el pueblo porteño.
Todos los espacios cotidianos se han transformado en verdaderas aulas, en donde la discusión y el intercambio de opiniones se producen en forma espontánea. En el transporte colectivo, en locales comerciales, en recintos educacionales, clubes deportivos, juntas de vecinos, centros culturales, en las casas, en las calles, en todas partes se ha roto la monotonía individualista para dar paso a la conversación, al intercambio de pareceres de lo que está ocurriendo en nuestra ciudad y nuestro país. Se habla de los procesos sociales, de las protestas, de las marchas, de los diferentes tipos de movilizaciones y expresiones cotidianas de rebeldía popular, entendiendo que son una forma de hacer visibles los problemas que aquejan desde hace muchos años a la gran mayoría de porteñas y porteños, que despertaron de un letargo demasiado prolongado para expresar enérgicamente la rabia acumulada por los abusos y las injusticias cometidas en su contra. Ya no hay temor en mostrar las propias dificultades y carencias, produciéndose un intercambio nutritivo de experiencias de vida y sabiduría popular, que ahora busca caminos, a través de la acción liberadora y el protagonismo directo, para la solución de sus propios problemas.
Este ejercicio educativo que se inició en forma desordenada, lentamente se ha ido organizando a nivel barrial y sectorial, comenzando a surgir gérmenes de organización popular, ocupando en un primer momento los espacios tradicionales ya existentes, como clubes deportivos, establecimientos educacionales, juntas de vecinos, centros culturales, como asimismo creando otras instancias o asambleas, donde el ejercicio de la educación popular se va concretando día a día.
En los sectores populares, aquellos ubicados "desde la cintura hacia arriba" de los cerros porteños, son numerosas las Asambleas Populares que se están llevando adelante con el objetivo de ir generando instancias que permitan desarrollar trabajos orientados a participar, a partir de las propias necesidades territoriales concretas, en el Proceso Constituyente que ya está en marcha, para lograr crear una Nueva Constitución verdaderamente democrática, fuera de los marcos institucionales en la que las elites quieren circunscribir dicho proceso. Estos distintos grupos se están coordinado y dando origen a Cordones Territoriales que funcionen en forma permanente y no en asambleas circunstanciales y esporádicas, para poder ir aunando fuerzas que permitan llevar adelante las acciones necesarias para la satisfacción de sus necesidades, constituyéndose de esta manera, en verdaderas escuelas de educación popular.
La Mesa Social de Valparaíso, que ha estado en forma unitaria impulsando las movilizaciones y protestas acá en la región, coordina a numerosas organizaciones sociales, culturales, sindicales, feministas, ambientalistas y también en ella se han incorporado recientemente los Cordones Territoriales. La forma de funcionamiento de la Mesa es mediante distintas comisiones, pero la instancia máxima de decisión es la Asamblea que funciona de manera transversal, siendo una instancia de debate, toma de decisiones y conciencia colectiva, constituyéndose en otra forma de educación popular.
Se está generando un cambio profundo en el protagonismo del pueblo, que, aunque sea todavía de forma incipiente, ha roto con el individualismo y ha comenzado a actuar comunitariamente, utilizando y ampliando los espacios naturales y tradicionales, pero al mismo tiempo implementando nuevas instancias y organizaciones de base, tanto sectoriales como territoriales, creadas al calor de la lucha desplegada para responder a las condiciones generadas a partir de esta rebelión espontánea de un pueblo que despertó para exigir sus derechos y decir basta de abusos. Algunos integrantes de estas organizaciones plantean que es necesario ir cambiando el nombre de cabildos ciudadanos por el de Asambleas del Pueblo, ya que los cabildos aparecen amarrados a la institucionalidad de una democracia en la medida de lo posible que solo favorece a las elites y los poderosos de siempre, en donde la participación y el protagonismo popular está ausente.
Pueblo, protagonismo, solidaridad, comunidad, son conceptos que aparecen cada vez con más frecuencia y fuerza en los planteamientos y las acciones cotidianas, que indican que se está produciendo un profundo y rápido cambio en las y los integrantes de los sectores populares que, transformados hoy en protagonistas de su propia historia, comienzan a valorar su propias fuerzas y virtudes, lo que puede significar el inicio de un camino de toma de conciencia crítica y liberadora. Estos gérmenes de educación y organización popular pueden ser las semillas que, en el largo plazo, florezcan en el ejercicio concreto del poder popular.
Pareciera necesario reflexionar, debido a la efervescencia popular en erupción, sobre aquellas múltiples agrupaciones y colectivos políticos existentes que se reconocen como herederas de la cultura rebelde mirista, rodriguista, lautarista , guevarista y allendista, en el sentido de pensar en la necesidad de que estrechen lazos para buscar la creación de un movimiento unitario, que se transforme en un instrumento de carácter popular y revolucionario que acompañe el despertar del pueblo en rebeldía, poniéndose a su servicio, sin pretender ser conductores o vanguardias, sino caminar con ellos en este proceso de liberación en gestación.
Como desafío queda por delante un largo camino por recorrer – pero ahora es cuando – para poder transformar esta fuerza explosiva y desordenada, en múltiples organizaciones populares que se coordinen y avancen en la construcción de un instrumento que represente verdaderamente sus propios intereses y permita avanzar en la conquista de los derechos del pueblo.