por Manu Alvarado / Resumen.cl
El pasado jueves 05 de abril falleció el genio de la animación Isao Takahata a los 82 años años víctima de un cáncer al pulmón. Si bien el nombre de Takahata es mayoritariamente desconocido en buena parte de la población, el legado de su obra trascenderá su propia existencia, con obras que marcaron la infancia de muchas personas en el mundo que sólo ahora conocen su nombre y que quizás tampoco sabían que veían animación japonesa. Pero además con piezas tremendamente profundas que representan aspectos de la naturaleza humana con una estética de un nivel muy difícil de alcanzar.
Isao Takahata nació en Ise el 29 de octubre de 1935, se gradúo en literatura francesa Universidad de Tokio, lugar donde también conoció el pensamiento marxista. La película gala Le Roi et l’Oiseau fue determinante al momento de elegir el camino de la animación que ya le apasionaba, por sobre sus estudios universitarios de literatura.
El introvertido Takahata y la mística Ghibli
Perdido en los pasillos del Studio Ghibli caminaba el tímido y silencioso Isao Takahata durante su última incursión como director en el cine de animación: «El cuento de la Princesa Kaguya». Silencioso como su rol a la sombra de su gran amigo, el reconocido director Hayao Miyazaki, amistad de la que surgió uno de los estudios más emblemáticos de la animación japonesa, que ha realizado clásicos inmortales reconocidos a nivel mundial y que fue forjado en base a una visión, creativa, artística y narrativa compartida, así como en la lucha sindical y la coherencia política. En el reconocido Studio Ghibli, el compromiso no sólo era realizar animación de alta calidad y narrativa vanguardista, sino que también construirlo acorde a su ideología, con igualdad salarial y contratos indefinidos, entre muchas otras cosas difíciles de ver en el mundo audiovisual.
Inicios de su carrera, actividad sindical e ideología política
Takahata inició su carrera Toei Doga que era para entonces el gran estudio de animación en Japón, actualmente llamado Toei Animation, de sus salas nacieron los populares animés Dragon Ball o Sailor Moon, pero ya en los años 60 Toei era llamado el «Disney nipón», produciendo largometrajes y series de la mano del renombrado Osamu Tezuka (Astroboy, Kimba el León Blanco, La Princesa Caballero, etc) con un sistema de producción de bajo costo, sistema que llevó a mediados de los 70 a «reducir gastos» en base a despido de trabajadores y aumento en la cantidad de horas de trabajo del personal, situación que produjo una gigantesca huelga como herramienta de lucha, que luego desembocaría en una fuga de animadores -quienes finalmente generaban las utilidades y riquezas del estudio- a otras televisoras ansiosas de iniciar su propia producción de animé. El principal «instigador» de esta huelga fue precisamente Isao Takahata, que buscando mejoras en las condiciones laborales puso en jaque al monstruo Toei. En esta fuga de trabajadores, Takahata insta a Hayao Miyazaki, principiante que lo admiraba y con quien había trabajado «Hols» que además se había transformado en una suerte de aprendiz de animación, a abandonar Toei e irse a trabajar con él.
Hols, el principe del Sol.
El primer largometraje que dirigió Takahata en Toei fue «Hols, el principe del Sol», en que quedan plasmadas sus ideas políticas bajo una fina interpretación artística. A modo de metáfora retrata el modelo de producción capitalista y cómo los trabajadores dirigidos por una especie de vanguardia se alzan contra el abuso del poder. Sin embargo, al ser parte del sindicato, recibió un sinnúmero de trabas para su realización y fue gracias al apoyo de sus compañeros animadores que la película pudo terminarse. Marginada en publicidad, «Hols, el príncipe del sol» fue un rotundo fracaso en la taquilla, pero para muchos es un hito que abrió caminos, un verdadero manifiesto que habla sobre el cambio, la humildad de la gente y los valores de la unión, trasformándose así con el paso del tiempo en una película de culto que en la actualidad aún hace llegar ingresos a Toei Animation.
Heidi, Marco y la infancia de toda una generación alrededor del mundo
Tras su salida de Toei, Isao Takahata se estableció para 1974 en Fuji TV como director de proyectos, donde le encargaron un espacio en la programación para adaptar clásicos cuentos infantiles a series animadas. Impulsado por la experiencia vivida en la realización de «Hols, el príncipe del sol», Takahata trae a buena parte del Sindicato 1 de Toei (entre ellos al mismo Miyazaki) y replica la estructura de animación de su antiguo empleador dando inicio a la productora Nippon Animation, filial de Fuji TV que dio vida a los clásicos Heidi y Marco. Con Isao Takahata como director a cargo del control del desarrollo de los proyectos y a su amigo Hayao Miyazaki a cargo de la creación de personajes y background, produjeron nuevas lineas de animación y narración como nunca antes se habían realizado en la animación japonesa, que llevó a Heidi, la historia de una tierna niña que vive con su abuelo en los Alpes, a transformarse en un mega fenómeno, pues la obra fue un sorprendente éxito mundial, siendo la primera serie de animé en ser transmitida tanto Europa, Estados Unidos y América Latina con un éxito arrollador, éxito que después fue repetido por Marco, la historia de un niño italiano que viaja por el mundo buscando a su madre, ambas revolucionarias por su concepción reposada y costumbrista, lejos de las series de animación de la época con tramas de acción y fantasía.
Sin embargo por diferencias salariales y condiciones laborales, mas no creativas pues Nippon Animation daba total libertad de creación al equipo, Takahata y Miyazaki deciden que es tiempo de formar un propio estudio bajo las directrices laborales y artísticas adecuadas a su pensamiento, y tras el camino a seguir mostrado por el largometraje «Nausicaä del Valle del Viento» dirigida por Hayao Miyazaki y producida por Isao Takahata, impulsa a su equipo a tomar un nuevo rumbo, naciendo así el conocido Studio Ghibli, que se hará mundialmente conocido por películas como «Mi vecino Totoro», «La Princesa Mononoke» o la ganadora del Oscar «El viaje de Chihiro».
En Ghibli hasta el de día hoy mantienen algunos de los estandartes ideológicos en sus películas. Sin ser panfletos políticos, sino que sutilmente y muy bien justificados en la historia plantean una crítica a la sociedad capitalista, al consumo, al individualismo y la depredación ambiental, además de tener casi como regla no escrita que sus protagonistas sean mujeres, no en la versión princesa que necesita ser rescatada como en Disney, sino mujeres fuertes, aventureras, con defectos y ganas de resolver los problemas que se les presentan. El marxismo influiría también la organización del trabajo de Studio Ghibli, donde el reparto de responsabilidades y la horizontalidad serían modelo organizativo. Sin embargo, en Ghibli es su antiguo discípulo, Hayao Miyazaki, el que brilla, realiza la mayoría de las películas y que se transforma en un referente mundial, aunque Takahata siempre estuvo conectado y participando.
Studio Ghibli y La tumba de las luciérnagas
Como casi todos los japoneses de su edad, el recuerdo latente de la Segunda Guerra Mundial es un trauma que marcó su vida, Takahata sufrió el bombardeo de su ciudad durante la guerra, su casa fue destruida y debió vivir la dureza de recomenzar. Algo de aquella historia se ve reflejada en «La tumba de las luciérnagas», película de 1988, un relato crudo sobre las repercusiones de la guerra sobre los más débiles: los niños, con una emotividad brutal. Sin guardarse nada, la película se trasformó en un una denuncia del actuar del ejército norteamericano sobre la población civil japonesa, tema que hasta entonces no era comentado ni tocado por ningún trabajo. Si bien la película (basada en hechos reales) fue un tremendo éxito en Japón, no pudo salir de su país y su reconocimiento internacional vino décadas después y fue un poco opacada por el éxito aún mayor de la producción de Miyazaki, también de Ghibli y estrenada en simultaneo «Mi vecino Totoro», film infantil que sí fue bien recibido inmediatamente desde el comienzo, con tanta acogida que Totoro terminó por transformarse en el símbolo de la compañía.
Luego, en 1991 Recuerdos del ayer, una película muy introspectiva sobre el punto de maduración de una mujer y la presión social sobre lo que se espera de ella a su edad, donde además recuerda y se despide de su «yo niña». El siguiente film fue Pompoko en 1994, donde relata a través de unos mapaches cómo la modernidad arrasa con la tradición y modelos de vida milenarios. En 1999 realiza la arriesgada Mis vecinos los Yamada con una revolucionaria animación muestra la vida cotidiana de una familia japonesa. Finalmente en 2013 realiza su última película El cuento de la princesa Kaguya inspirada en una clásica leyenda japonesa, obtuvo ese año una nominación a un Premio Oscar.
Además participó como productor en algunas películas de su emancipado discipulo y socio cofundador Hayao Miyazaki como Nausicaä del Valle del Viento, El castillo en el cielo y Kiki: Entregas a domicilio.
Impulsado por sus convicciones Isao Takhata fue un director que no sólo nos maravilló con su trabajo de realismo, sino que también fue un convencido de que era posible aplicar un modelo de trabajo diferente al normalizado, poniendo en práctica su pensamiento sindicalista y navegar hacia un proyecto sin patrón, donde exista la igual entre los trabajadores.