El primer ministro británico, el laborista Tony Blair llevó a su país a una guerra contra Irak, liderada por Estados Unidos, en marzo de 2003, sin haber agotado opciones pacíficas, determinó un informe presentado este miércoles por el político John Chilcot. Blair se basó más en sus creencias que en los hechos, y en una certeza injustificada sobre el armamento iraquí.
Por: The Independent
La guerra contra Irak se basó en información de inteligencia defectuosa según la cual el gobierno del derrocado presidente iraquí, Saddam Hussein, poseía arsenales de destrucción masiva. La invasión fue ejecutada con una planificación absolutamente insuficiente, de acuerdo con Chilcot, un ex funcionario público, quien supervisó una investigación que duró siete años y costó 10 millones de libras, sobre la participación británica en la invasión a Irak.
"Reino Unido optó por sumarse a la invasión de Irak antes de agotar las opciones pacíficas para el desarme... La acción militar no era el último recurso", señaló el informe, que además acusó al entonces primer ministro de no haberse mostrado demasiado ansioso de verificar la información con que contaba antes de lanzar a su país a la guerra.
Agregó que Blair fue advertido de que la acción militar aumentaría la amenaza de Al Qaeda a Gran Bretaña y sus intereses. También se le advirtió que una invasión facilitaría que las armas y recursos de Irak llegaran a manos de terroristas.
El extenso informe constituye un veredicto exhaustivo sobre un conflicto que para 2009, cuando las fuerzas de combate británicas abandonaron Irak, había causado la muerte de 179 efectivos británicos, casi 4 mil 500 estadunidenses y más de 100 mil iraquíes.
La investigación reveló que las tropas británicas iban muy mal equipadas y que en su participación en Basora negociaron (de manera humillante, según el reporte) con las milicias locales que no los atacaran.
El pueblo de Irak ha sufrido enormemente debido a una intervención militar gravemente equivocada, acotó.
Blair asumió, en un comunicado, plena responsabilidad por cualquier error, sin excepciones ni excusas. Añadió que la decisión fue de buena fe y lo que creía era conveniente para los intereses del país.
Los activistas antibélicos y los parientes de soldados británicos caídos esperaban que el informe declarara ilegal el conflicto, lo que abría las puertas a una demanda a Blair por crímenes de guerra. Chilcot se abstuvo de decir si la invasión de 2003 fue legal, tampoco acusó a Blair de engañar deliberadamente a la opinión pública o al parlamento.Todas las opciones están abiertas, indicó Matthew Jury, abogado de algunas de las familias.
En tanto, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció este miércoles que mantendrá 8 mil 400 militares en Afganistán hasta el final de su mandato, en enero de 2017, en lugar de reducir su presencia a 5 mil mil 500, al argumentar que la seguridad en ese país siguen siendo precaria. Aun así, el nuevo plan representa una reducción de tropas respecto del contingente actual de casi 9 mil 800 soldados.