La estrategia de la derecha no democrática de acusar de fraude cuando no le gustan los resultados de las elecciones, que hemos visto en Estados Unidos, Brasil, Venezuela o uno que otro trastocado en Chile (afortunadamente sin mucho eco), en un país con una institucionalidad frágil es mucho más peligroso. Eso es lo que ocurre en Guatemala, la sorpresa que dio el paso del izquierdista Arévalo a segunda vuelta hizo que nueve partidos de derecha impugnaran las elecciones, acciones que fueron acogidas por los tribunales y han suspendido el reconocimiento oficial de los resultados.
Por Alejandro Baeza
En las elecciones del pasado 25 de junio, con 22 aspirantes a la presidencia, pasaron al balotaje Sandra Torres, de derecha y parte de la coalición de gobierno con el 15,86% de los votos y dando la sorpresa, el representante del izquierdista Movimiento Semilla, Bernardo Arévalo. En tercer lugar quedó el candidato del partido del presidente Giammattei, Manuel Conde Orellana, que se quedó con el 7,84%. No es una pequeña diferencia como para revisar las urnas, sino más de 220 mil votos, casi el 4%.
Aun así, el oficialismo encabezado por el derechista presidente, Alejandro Giammattei, está utilizado cuanta movida esté a su alcance para no reconocer la voluntad popular expresada en las urnas. La última de éstas fue a través de la Corte Constitucional, que dejó en suspenso el resultado hasta que no se resuelvan demandas de reconteos que presentaron operadores ligados al gobierno y su partido Vamos.
Esto debido a la enorme sorpresa que significó que el representante de la izquierda, Bernardo Arévalo, hijo del expresidente Juan José Arévalo electo tras la revolución de 1944, pasara a segunda vuelta pese a prácticamente no figurar en las encuestas.
La principal carta de la izquierda para estos comicios era líder indígena Thelma Cabrera del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), a quien se apuntaron todos los dardos y se impidió que pudiera participar de esta contienda. No obstante, nadie contaba con Arévalo, mucho más moderado que Cabrera, pudiera acceder al balotaje, por lo que fue tremenda sorpresa para toda Guatemala cuando se conocieron los resultados, pues siempre estuvo mal posicionado en las encuestas, las que en general son de dudosa calidad en Centroamérica.
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Así, en una convocatoria sin precedentes, siguiendo la estrategia de desconocer los resultados cuando no son favorables y que cada vez vemos con más frecuencia, los representantes de los nueve partidos de derecha en los 22 departamentos de Guatemala y del Distrito Central, incluyendo el partido Vamos del actual presidente, fueron impugnando aquellas actas en las que consideraban que supuestamente no se habían contabilizado bien los votos e incluso pidieron la anulación de las elecciones en algunos municipios alegando «irregularidades», acusando un supuesto «fraude» y reclamando que se repitieran los comicios, acciones que fueron acogidas por el Tribunal Supremo Electoral.
Esta autoritaria situación no sólo ha sido criticada por la izquierda y todos los sectores democráticos guatemaltecos, sino también la Misión de Observación Electoral de Naciones Unidas, la OEA, Estados Unidos, la Unión Europea y otros países pidieron a los tribunales, partidos políticos y autoridades, respetar los resultados electorales y negaron cualquier acusación de fraude electoral. Es tan aberrante la situación, que en una reacción poco usual, incluso el secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, condenó las acciones y reconoció como legítimos los resultados del 25 de junio.
A mediodía del pasado viernes 7 de julio, los magistrados del Tribunal Supremo Electoral dieron por finalizado un nuevo conteo de votos, hecho tras la resolución del Constitucional, certificando los resultados, pero sin hacerlos oficiales a la espera de resolver demandas interpuestas por los candidatos y partidos perdedores. Ese misma noche, una resolución de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) volvió a impedir que se declare de forma oficial a los ganadores, por lo que este sábado se vivieron masivas manifestaciones callejeras para que se respeten los votos emitidos.
Es realmente insólito que puedan existir acusaciones de un supuesto fraude para favorecer a un candidato de un partido que no ha estado nunca en ninguna instancia de poder. Por el contrario, Guatemala sufre, entre otras cosas, problemas de institucionalidad por el control que tiene el statu quo de todos los aparatos del Estado, medios de comunicación y uniformados, por lo tanto, también en los tribunales y en la Corte Constitucional -donde sus representantes son abiertamente cercanos al Gobierno- que dejó en suspenso todo el proceso electoral y la certificación oficial de los resultados del 25 de junio.
Lo que el fallo ha significado, en la práctica, es que miembros de los partidos que reclaman reconteos han vuelto a las sedes del Tribunal Supremo Electoral en todo el país a revisar actas de escrutinio, lo que ha generado ya varios incidentes.
Ahora el TSE que tiene un plazo de diez días para cumplir lo ordenado por la CC en el sentido de que realice las modificaciones solicitadas por las Juntas Electorales o las anulaciones.
Queda por verse entonces cómo el pueblo guatemalteco podrá sortear esta crisis y si podrá hacer valer su voluntad en un país controlado por el muy cuestionado Alejandro Giammattei, acusado de diversos casos de corrupción y violación de los derechos humanos, vínculos con el crimen organizado y persecución política a dirigentes sociales y opositores, así como también autoridades que no acatan sus mandatos, lo que ha provocado que en este momento existan más de una decena de fiscales que investigaban corrupción se encuentran en el exilio por amenazas en su contra y la de sus familias.
Guatemala es uno de los países más pobres de América Latina, con uno de los índices de desnutrición infantil más altos del hemisferio occidental y donde miles de personas salen en caravanas o arriesgan su vida para subirse al tren «La Bestia» para llegar a Estados Unidos, una muestra del fracaso de las oligarquías locales en gobernar un país donde no han permitido que se haya podido construir un Estado firme, vivió la intervención norteamericana cuando intentó realizar cambios profundos a esta estructura de pobreza y que sufrió luego en los ochenta una de las dictaduras más brutales del continente, por lo que este episodio es uno más de los atropellos que las elites gobernantes les han hecho sufrir a un pueblo que ha tenido que soportar todas las formas de abuso imaginables.
*Imagen: Marcha en Ciudad de Guatemala para que se respeten los resultados de las elecciones. Sábado 08 de junio de 2023 | Foto de @_ojoconmipisto