Me he tomado la libertad de poder escribir estas palabras, en medio de un ambiente de tensión, para comentar un episodio triste ocurrido en nuestro histórico Valle Nonguén.
En la última semana, hemos escuchado un sinfín de rumores y comentarios sobre el arriendo de una vivienda en las cercanías de nuestro Parque Nacional Nonguén, para ser utilizada como residencia familiar transitoria en beneficio de niños, niñas y adolescentes del servicio Mejor Niñez, correspondiente al ministerio de desarrollo social y familia. El programa se enfoca en ciertos aspectos fundamentales para el desarrollo de los niñas, niños y adolescentes como lo son el modelamiento y promoción de vínculos afectivos seguros y bien tratantes, el establecimiento de una residencialidad emocionalmente segura con límites claros, en donde puedan desplegar la totalidad de sus conductas y emociones, sin temor al rechazo, el abandono o el castigo, la resignificación de las experiencias de maltrato, en cualquiera de sus formas, y otras experiencias adversas, el fortalecimiento de las habilidades parentales de la familia o adultos relacionados, el fortalecimiento de la vinculación de los niños, niñas y adolescentes con figuras adultas protectoras y la promoción de la vinculación con las redes de protección social y comunitarias.
En este contexto, el pasado sábado acudimos a una reunión informativa para poder escuchar a vecinos y vecinas del sector alto de Valle Nonguén y también poder dialogar sobre este proyecto que se podría concretar en el lugar ya mencionado. La asamblea tuvo de todo, menos diálogo, por lo que como dirigentes de camino Valle Nonguén, junto a otros vecinos, decidimos retirarnos del lugar, en medio de abucheos y comentarios contra nuestra presencia y también contra personeros del Servicio Mejor Niñez, quedando solamente vecinos del sector Valle Nonguén Alto.
Me embarga una desazón terrible, pues, al escuchar comentarios de los vecinos del sector en contra de este proyecto, como ''con mi plata no pagaré eso'', ''llévenlos a un hotel 5 estrellas'' (en tono sarcástico), ''la casa es muy grande para ser ocupada solamente por niños'', ''nosotros decidimos quien vive aquí'' e incluso refiriéndose a ellos como ´'cabros problemas'' deja claro que el clasismo, la actitud patronezca típica del siglo pasado y la vulneración de derechos fundamentales para estos niños usuarios del programa, como lo es tener un lugar para poder vivir, es algo lamentablemente normalizado. Como sociedad civilizada, respetuosa de la vida y garante de derechos y deberes, no debiéramos aceptar tales conductas.
Al finalizar esta carta, deseo expresar mi total descontento, al actuar de las personas que no desean tener a niños y niñas del servicio cerca de sus parcelas, campos o casas de veraneo, y recordar también que como sociedad, nos gusta en demasía, llenarnos la boca con palabras hermosas sobre como cuidar a nuestros niños y niñas, sobre como se deben hacer bien las cosas, sobre como el amor es algo importantísimo para el desarrollo de todo niño, pero cuando debemos ser participes del proceso de ayuda a la infancia, damos la espalda, gritamos y vociferamos ''no los queremos acá''. A la niñez se le debe cuidar, tenemos el deber y obligación como país, como sociedad, de no soltar a aquellos que no tienen nada. No debemos generar ambientes hostiles, no debemos generar barrios para unos pocos, no dejemos que aquellos que propagan el pánico y el miedo lo hagan solamente para beneficiarse ellos, dejando al resto y en este caso a los niños, fuera de este círculo llamado FAMILIA.
Fabián Vega González
Cirujano Dentista-Dirigente vecinal camino Valle Nonguén-vecino por más de 25 años de Nonguén.