Por Murieta/resumen.cl
Por la tarde de este miércoles un cajero del Servipag del Mayorista 10 de Hualpén fue rociado con bencina y encendido por 2 delincuentes por haberse negado a entregarles el dinero que portaba. La noticia ha causado revuelo a nivel nacional y el tema delincuencia vuelve a ponerse en el tapete, en sintonía con los cacerolazos de los barrios altos de la Región Metropolitana y las encuestas que señalan como principal preocupación de la población, la delincuencia.
Las cifras sobre altas tasas de delincuencia en el país pueden ser desmentidas cuando se revisan con cifras de años anteriores o si se ponen en comparación de otros países en América Latina y el mundo como lo transparentó Radio Villa Francia utilizando las cifras de la Subsecretaria de Prevención del Delito. Lo tocado por los medios y la clase política se basan en lo que se denomina la «percepción de la delincuencia».
Lo que no puede desconocerse es el nivel de violencia de varios actos delictivos como el ocurrido ayer en Hualpén. Lo que es cuestionable es que sea propia del momento que hoy vivimos, cuando crímenes como estos abundan a lo largo de la historia de Chile. Tomar el caso como regla en la actualidad, puede ser tomado desde una perspectiva de argumentación lógica como una falacia de generalización apresurada. Es decir, tomar la particularidad como generalidad.
La respuesta de gran parte de la población, alentados por sus emociones mas básicas – el miedo según investigaciones fisiológicas se origina en la parte reptílica del cerebro y en el sistema límbico- ha sido un afán represivo -pena de muerte, inyección letal, penas mas duras y efectivas, etc-, declaraciones como estas se publican en las redes sociales.
Lo cierto es que el tema «delincuencia» parece ser el salvavidas de la clase política, la que se esmera por sintonizar con el temor de la población evidenciado en el miedo a sufrir actos delictivos. Porque el temor de la población obedece fundamentalmente a razones subjetivas, motivadas obviamente por el bombardeo de los medios de comunicación sobre el supuesto encrudecimiento y el alza de la delincuencia. Es decir, triunfa el enfoque de la criminalización sin que haya datos reales que lo avalen, sino que hechos significativos -que le ocurra a alguien conocido, que sea brutal, etc-
El abordaje de la temática «delincuencia» es vista desde un enfoque bastante reducido, centrándose en la prevención del delito a través de un modelo ejemplificador. La idea señala que mientras mas duro sea el castigo, menos delincuencia habrá. Este enfoque ha dominado las sociedades contemporáneas y la delincuencia persiste.
Desde varias investigaciones psicológicas se ha apuntado a la importancia de las condiciones económicas en la comisión de un delito. La implicancia de la situación socio económica no solo se relaciona directamente en los hechos -el no tener, desear y satisfacer- sino también con ciertos factores que complementan esta situación -marginalidad, drogodependencia, alcoholismo, etc.- Es decir, estas opiniones apuntan a que la delincuencia es un fenómeno relacionado fundamentalmente con la desigualdad y la marginación social.
En un país donde los ricos y las empresas pagan impuestos ridículos, pese a una reforma tributaria y el valor de la fuerza de trabajo es mal pagado y con escasas posibilidades de ejercer presión sobre el capital para mejorar remuneraciones- con un Código laboral dictatorial y una reforma cosmética- el robo puede ser comprendido bajo la óptica de una redistribución forzosa del ingreso. No se trata de establecer que los sujetos que cometen los delitos lo hagan de manera consciente, sino que sus acciones están determinadas por las condiciones en las que viven. Es decir, es una consecuencia de la desigualdad.
Desafortunadamente, los medios de comunicación no se refieren al tema. Lo que significa que la opinión dominante confunde el síntoma con la enfermedad.
Foto: noesnalaferia.cl