Este lunes, en el sector Quebrada Honda, en el camino que une el puerto de Lirquén con Tomé, se realizó como cada año el homenaje a los trabajadores textiles y militantes del MIR ejecutados en ese mismo lugar el 9 de octubre de 1973.
Hasta el lugar llegaron familiares, amigos y compañeros en un emotivo acto político-cultural que mantiene viva la memoria de aquellos trabajadores tomecinos asesinados cobardemente por la dictadura.
En la actividad organizada por la Mutual Bautista van Schouwen de Concepción, tomaron la palabra familiares de los ejecutados, la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de la Provincia, la Coordinadora Provincial de Derechos Humanos, además de números artísticos como el grupo Víctor Jara de Lirquen, Lalo Mora con sus décimas y el Grupo Mestizo.
Un grupo de niños y niñas obsequió a los participantes una impresión en serigrafía del mural que recuerda a los ejecutados de Quebrada Honda en la ciudad de Tomé. Se levantaron paneles informativos, además de lienzos y banderas que homenajeaban a los militantes asesinados.
Los diversos oradores hicieron hincapié en denunciar la tardía y mezquina justicia que ha existido en estos casos, resaltando la necesidad de mantener viva la memoria y los principios de los compañeros que entregaron sus vidas en la lucha contra la dictadura.
Detención, torturas y Ejecuciones
Tras el golpe militar del 11 de septiembre, un grupo de militantes del MIR en Tomé pasó a la clandestinidad e intentó activar la resistencia al golpe militar en la comuna textil, contactando a otros dirigentes y militantes de izquierda. Tras 16 días en la clandestinidad y carecer de elementos para sobrevivir en los cerros de Tomé, donde permanecerían refugiados, Héctor Lepe Moraga (29 años), junto a sus compañeros Ricardo Barra Martínez (24 años), Miguel Catalán Febrero (24 años) y Tránsito Cabrera Ortiz (28 años), regresó hasta su casa familiar en el Cerro Alegre de Tomé para abastecerse. A pesar de las precauciones, esto permitió a los agentes de la dictadura detectar al grupo, montar un operativo de cerco en el sector e irrumpir violentamente en la vivienda familiar. Los militantes del MIR se entregaron, ante el temor de poner en riesgo a la familia de Héctor Lepe. Esa misma tarde del 27 de septiembre de 1973, fueron trasladados a la comisaría de Carabineros en la calle Egaña en Tomé. Allí comenzaron las brutales torturas a los detenidos. Debido a esto, Ricardo Barra Martínez tuvo que ser trasladado de urgencia al Hospital de Tomé y luego a la Base Naval de Talcahuano, donde falleció al día siguiente. Su cuerpo fue enterrado en secreto en el Cementerio 1 de Talcahuano por funcionarios de la Armada.
A los tres sobrevivientes de las torturas, Héctor Lepe Moraga, Miguel Catalán Febrero y Tránsito Cabrera Ortiz, la Armada les efectuó un consejo de guerra y dictaminó las condenas:
El día 7 de octubre se dieron a conocer las condenas respectivas a cada joven mirista: Miguel Catalán fue sentenciado a 15 años y 1 día de presidio mayor en su grado máximo, 10 años y 1 día de presidio mayor en su grado medio, 20 años de presidio mayor en su grado máximo y 10 años de extrañamiento mayor en su grado máximo.
Héctor Lepe Moraga fue sentenciado a 15 años de presidio mayor en su grado medio, 5 años y 1 día de presidio mayor en su grado mínimo y 3 años y 1 día de presidio menor en su grado máximo.
Tránsito del Carmen Cabrera Ortiz fue condenado a 10 años de presidio mayor en su grado mínimo, 5 años y 1 día de presidio mayor en su grado mínimo y 5 años de presidio menor en su grado máximo.
Sin embargo, las condenas nunca llegaron a cumplirse. En el traslado de Tomé a Talcahuano de los tres detenidos, los marinos ejecutaron a sus prisioneros en Quebrada Honda a las 21:30 horas del 9 de octubre de 1973.