La iniciativa parlamentaria ya aprobada en la Cámara de Diputados durante el Gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro el 2022, ahora se discute en el Senado con mayoría conservadora.
Por Joaquín Pérez
La desigualdad social es tan grosera en los países latinoamericanos, que duele hasta en la vista, y en el caso de Brasil es evidente y palpable. Esta desigualdad, marcada por el racismo y el clasismo de las oligarquías, hace que en nuestras naciones existan muy pocos espacios genuinamente democráticos, donde efectivamente las personas se mezclen y confundan sin importar su origen social, económico o étnico.
En el caso de Brasil, ese espacio público y democrático por excelencia es la playa, que en la cultura popular es prácticamente una extensión del propio hogar de las familias y donde gran parte de la vida de las personas se desarrolla allí. Hasta en las playas más conocidas y turísticas del mundo como Ipanema o Copacabana, uno puede ver disfrutar a familias enteras bajadas de las favelas de la zona Sur de Río de Janeiro, mezcladas con turistas y habitantes de los barrios más caros de la ciudad.
El concepto que la playa le pertenece a todos y es incluso un lugar sagrado, en la religión de los descendientes de los antiguos esclavos traídos al país, hace que la idea de "privatizar" playas, haya desatado un escándalo en la sociedad brasileña. El Gobierno de Lula ha salido abiertamente a criticar la propuesta parlamentaria y, en los medios, diversas figuras de renombre han sido vinculadas al proyecto, como el futbolista Neymar, acusado de tener intereses en una inmobiliaria que pretende construir 28 fincas de lujo en una franja costera de 100 kilómetros entre los nordestinos estados de Pernambuco y Alagoas, una de las zonas mejor preservadas de la costa brasileña, con planicies de cocoteros y agua de color turquesa. Neymar sostuvo una polémica en redes sociales al defender este proyecto, las respuestas no se hicieron esperar y se terminó viralizando la frase "Menos Ney, más Mar".
El proyecto que en el senado encabeza Flavio Bolsonaro, hijo del ex mandatario neofascista Jair Bolsonaro e involucrado al asesinato de la concejala de Río de Janeiro, Marielle Franco, tiene una dificultad: requiere de un quórum especial, pues implica una reforma constitucional y la discusión desatada en el país ha hecho impopular el apoyo a la medida, así que por corrupto que sea en senador, debe pensárselo dos veces antes de apoyarlo.
Según estimaciones del Estado, Brasil cuenta con 48.000 kilómetros lineales de playa, los que bordean mares, ríos y lagos. La polémica desatada en Brasil se produce a solo semanas de las devastadoras lluvias en el estado de Rio Grande do Sul, que dejaron 172 muertos y más de medio millón de desplazados, por lo que la defensa de las playas y su delicado ecosistema ha traído un fuerte apoyo en la población consciente del cambio climático y las consecuencias del deterioro ambiental.
Imágenes extraídas de agenciabrasil