La catástrofe forestal producto de los megaincendios que azotan al país y que tiene como principal combustible a las plantaciones de monocultivo de pinos y eucalipto de las empresas forestales también ha afectado al bosque nativo. En Tomé, las imágenes son desoladoras particularmente para el quele, especie en peligro. No obstante, si las autoridades actúan de manera decidida para protegerla y de manera rápida, todavía pueden salvarse una gran cantidad de ejemplares.
Por Alejandro Baeza
Catastrófica es la situación de los incendios forestales en el centro-sur de Chile. Las extensas plantaciones de monocultivo de empresas forestales han llenado de material combustible como pinos y eucaliptus miles de hectáreas, arrasando ecosistemas naturales, afectando la biodiversidad y poniendo en riesgo directo a las comunidades aledañas.
Ahora que las llamas comienzan a ser controladas, es posible apreciar la devastación del fuego y el paisaje desolador que deja a su paso, no solamente con los restos del combustible que representan las plantaciones de monocultivo forestal, sino también flora nativa y animales calcinados como zorros, pudúes, ratones y otros, que incluso quedaron atrapados buscando refugio en unos esteros que ya no traían nada de agua.
En particular la zona costera del Biobío que está siendo víctima de la catástrofe forestal, en territorios dentro de la comuna de Tomé, recibió un daño profundo en áreas habitadas por especies de árboles en peligro como lo es el queule, el pitao, naranjillos y más.
También puedes leer: El negocio forestal amenaza con exterminar las comunidades rurales del Maule, 'uble, Biobío, Araucanía y Los Ríos
En este sentido Dámaso Saavedra, director de la Fundación Keule, comentó a RESUMEN: «Nosotros tratamos de revisar los lugares que conocemos muy bien hacia los cerros de Tomé, partiendo por el sector de Cerro Alegre. Lo Malta, Collén, California, La Quilla, El Santo, eran sectores que siempre tuvieron especies con problemas de conservación. Una gran parte de esas especies están en patrimonio forestales, así que lo que haremos, una vez pase la emergencia humana, será pedirles rendición de cuentas a estas empresas ya que están certificadas con el FSC [certificación del Forest Stewardship Council]», siendo claro en las responsabilidades que atribuyen a las grandes empresas forestales.
Saavedra es enfático en señalar que el daño sufrido con estos megaincendios es muy profundo «Concentramos nuestros esfuerzos en las áreas de pequeños propietarios que es donde conocíamos las especies que estaban, que hemos tratado de monitorear a través de los años, pero el resultado fue dramático. Los queules se perdieron por montones, se quemaron completamente muchos, encontramos algunas trazas de copas verdes en algunos lados, pero el daño al queule y toda la vegetación nativa alrededor es terrible, es un daño que supera lo que nosotros habíamos vistos en otros incendios. Anteriormente en Penco, por ejemplo, cuando se quemaron los queules de Primera Agua hacia la carretera era un daño parcial, pasó una lengua de fuego. En 2017 lo mismo, pero no una extensión de tantos kilómetros como ahora, este daño es absolutamente inconmensurable, no se puede cuantificar, sobre todo porque estas especies amenazadas no hay estudios en detalle que establezcan cuánto es lo que tenemos, solamente visiones generales», comentó para luego agregar «tenemos reportes de Nacimiento, de sectores que estaban con pitao, nunca descritos, nunca georreferenciados, que fuego los arrasó completamente. La magnitud del daño es absoluta. Vienen cambios y sólo se ven retrocesos».
El director de la Fundación Keule indicó que la pérdida de este patrimonio, desde Primera Agua hacia Roa y lo que va hacia Agua Amarilla, camino a Rafael y llegando a Coroney, Lo Malta, Cerro Alegre, California, La Higuilla, posiblemente El Neuque, es tremendo, sin parangón con episodios anteriores de incendios. «Esto nos plantea un problema, que es lo que más nos preocupa: Los incendios anteriores, la gente aprovechó de hacer otros usos del terreno, instalando casas, se hicieron construcciones, se hicieron algunas poblaciones. Esto va a acrecentar debido además al tema social tu área con vegetación próxima que se queme completamente. Aquí está el escenario ideal para más venta de parcelas y todas ojalá con la menor cantidad de vegetación posible. Los reductos de bosque nativo que van a quedar en manos de privados y de pequeños o medianos particulares que quieran mantener ese bosque nativo, va a ser lo que va a permitir de alguna manera recuperando un poco este patrimonio que perdimos en toda la zona costera de la región», este último punto un tema fundamental que debe ser resuelto por las autoridades de una región con una necesidad de vivienda importante y donde existe un gran número de episodios en que la depredación inmobiliaria también ha impactado ecosistemas como humedales, riberas de cuerpos de agua y poblaciones históricas de viviendas con sus grandes edificios.
Te puede interesar | Pino y Eucalipto: las especies inflamables detrás de los incendios forestales
«De todo lo que vimos, el sector que -aún quemado- más resguarda vegetación nativa, es el tranque Carlos Mahns. Este tranque es el que resguarda y debiera ser un patrimonio natural para Tomé, porque la existencia del agua evitó que se quemara completamente. Desde ahí tú tienes una baja de queules natural que llega hacia la pesquera Camanchaca, ahí hacia ese lado el daño ya es total» indicó Saavedra señalando la importancia de preservar cuerpos de agua como un factor preventivo natural cada vez más importante.
No obstante, desde de la Fundación Keule comentaron que hay un elemento importante que facilita la recuperación y reforestación: el queule, pese a estar quemado, vuelve a crecer y rebrotar si es que las condiciones en su entorno no son alteradas de manera importante, por ello es un fundamental un rol de cuidado y protección de estos terrenos por parte de las autoridades locales y nacionales, para no repetir episodios anteriores en que tras un incendio se ocupa rápidamente con plantaciones de monocultivo o se transforma en un espacio de interés inmobiliario.
«Entonces aquí hay una responsabilidad de servicios públicos, municipios, que tengan registros y que más que contarnos ‘se quemaron tantos’, que busquen las alternativas para que este reemplazo no se produzca como ocurrió, por ejemplo, en el Cerro Neuque en 2009, que la cobertura nativa quemada se cambió completamente por plantación forestal y los queules ahora crecen entre pinos y eucaliptus» comentó al respecto Saavedra.
Finalmente, también cabe destacar el factor de riesgo que existe para eventuales deslizamientos de tierra en el invierno producto de las lluvias y la falta de protección al suelo que proporcionaban los árboles, principalmente para las comunidades que habitan laderas, un aspecto que se debe comenzar a trabajar desde ya, sobre todo considerando que la temporada de precipitaciones en la zona suele comenzar en abril.
«Por último, lo que queda claro después de estos megaincendios es que la futura planificación forestal ya no puede volver a considerar zonas tan extensas de plantación sin que hayan terrenos intermediates que de alguna manera aseguren que no vaya a ser un flujo continuo de incendios como fue ahora, que el material que se quemó está de una forma continuada, hasta las quebradas, pasaba los terrenos rurales y llegaba prácticamente hasta las mismas casas y algunas industrias que también se vieron afectadas, entonces sin duda el escenario futuro tiene que ser algo muy distinto a cómo hemos ido planificando nuestro territorio hasta ahora» concluye Saavedra, algo que debe ser una bandera de lucha de todas las comunidades cercanas a las plantaciones forestales de aquí en adelante como un elemento de seguridad para sus propias vidas, pues el actual escenario de cambio climático y la continua sequedad del suelo producto de la misma actividad forestal, son una combinación peligrosa que lamentablemente asegura que estos episodios se sigan repitiendo de manera cada vez más seguida.