Este 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y desde la Fundación SOL, una de sus investigadoras, Andrea Sato Jabre, conversó con RESUMEN acerca de la realidad actual del mundo del trabajo y la violencia estructural que se ejerce a través de este hacia las mujeres. Aspectos como la diferencia salarial, la pobreza de tiempo, las labores de cuidado y el trabajo no remunerado, son algunas de las contradicciones que siguen, en la actualidad, perjudicando a las trabajadoras en Chile, afirma la investigadora.
Por Juan Contreras Jara
Este miércoles, 8 de marzo, mujeres de distintos territorios del país se han autoconvocado para conmemorar un nuevo Día Internacional de la Mujer Trabajadora, con intervenciones en distintas regiones y llamados a marchas.
La convocatoria desde las trabajadoras apunta a la necesaria superación de un modelo de trabajo que mantiene a las mujeres, la gran mayoría de la sociedad, bajo condiciones de desventaja laboral frente a los hombres, sin contar las labores no remuneradas que, estructuralmente, recaen sobre ellas. Otro aspecto destacado desde los diversos llamados de mujeres tiene que ver con la memoria y los Derechos Humanos, en el marco de los 50 años del golpe de Estado, conmemorando la vida de resistencia de las que lucharon contra la dictadura.
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En la actualidad, las luchas de las trabajadoras van en la línea de la igualdad de condiciones al momento de enfrentar la maquinaria laboral, poniendo énfasis en que, superar aspectos como la brecha salarial, la desigualdad de tiempo, tareas de cuidado monomarentales, entre otros, deben ser la punta de lanza de la clase trabajadora en su conjunto, haciendo hincapié en herramientas como el sindicalismo para alcanzar mejoras en estos aspectos.
De la contingencia del trabajo en Chile y su relación con las mujeres, conversó con RESUMEN, Andrea Sato Jabre, licenciada en Historia y Ciencias Sociales, Magister en Sociología de la modernización e investigadora de Fundación SOL, autora de trabajos como «El trabajo desde la resistencia y la rebeldía«, «Tiempo Robado: Pobreza de tiempo, productividad y acumulación capitalista«, entre otros, quien abordó parte de las iniquidades del sistema laboral, apuntando a la multiplicidad de sus repercusiones en la vida de las trabajadoras. Además, Sato desliza puntos en los que debiesen avanzar las políticas públicas orientadas a la igualdad de condiciones laborales, enfatizando en aspectos como los salarios, tiempo y pensiones.
¿Cómo defines el momento laboral de las mujeres en Chile y donde identificas sus mayores iniquidades?
Lo primero, es establecer que la diferencia entre hombres y mujeres en términos de trabajo, no es solo importante a niveles de ingresos o ramas productivas, sino que también aquí hay una importante diferencia que condiciona el trabajo remunerado, que es el trabajo doméstico y de cuidado, considerándolas como parte del gran ciclo del trabajo.
Hay desafíos, tanto dentro como fuera del hogar. En primera instancia, lo que podemos observar dentro del mundo del trabajo asalariado, probablemente lo más visible es la brecha salarial entre hombres y mujeres. Observamos que las mujeres, en promedio, tienen una diferencia salarial de casi un 22% versus los hombres, esto se transforma, a nivel de dinero, en una diferencia de casi $163.000, tomando en consideración los promedios de ingreso. En este sentido, es fundamental entender que esta brecha de 22% de salarios, están en un contexto en el que vemos que aumentan los hogares monomarentales, lo que condiciona no solo una falta de ingreso, sino que también un empobrecimiento sistemático en hogares liderados por mujeres.
En segunda instancia, vemos en el mundo sindical, hemos visto un aumento de participación de las mujeres en la última década, pero no hemos visto el aumento de las dirigencias femeninas sindicales, vemos que los puestos de liderazgo dentro de los espacios sindicales siguen siendo bastante masculinos. Ahí también hay un problema, donde como clase trabajadora organizada tenemos que avanzar.
Otro punto importante son los derechos laborales, que permitan la conciliación real de la socialización de los cuidados. Avanzar en pos y prenatal parental, una reducción importante en la jornada laboral, avanzar en una sala cuna universal que no solo considere a las madres cuidadoras.
¿Qué pasa con la pobreza de tiempo o desigualdad de tiempo en el mundo de las trabajadoras, ¿cómo se expresa?
Aquí vemos una dificultad mayor, que tiene que ver con el espacio de lo privado, con las labores domésticas y de cuidado, donde hay un desbalance importante entre hombres y mujeres al interior de los hogares. Por ejemplo, las mujeres, en promedio, dedican 41 horas semanales a trabajos domésticos y de cuidado, versus los hombres que solo dedican 19 horas a estas actividades. ¿Por qué es tan importante? porque finalmente, cuando observamos un concepto que es central para entender el trabajo doméstico y de cuidado, que es la carga global de trabajo, vemos que a la mujer se le adiciona una jornada más en su semana, solo en labores domésticas y de cuidado. Finalmente, los hombres quedan rezagados de esas actividades.
Lo que hemos hecho en Fundación SOL para observar este des balance de las horas de trabajo doméstico y de cuidado que realizan las mujeres, versus las que realizan los hombres, es fijarnos en distintos tipos de familias y de hogares y lo que hemos visto es que, en todos los hogares en los que conviven hombres y mujeres, principalmente en parejas heterosexuales, a las mujeres en promedio, solamente por vivir con un varón, se le adicionan 10 horas más de trabajo doméstico y de cuidado. Entonces, vivir con un varón no implica una socialización de los cuidados o que disminuya la carga doméstica para ellas, sino que, se adicionan 10 horas más en promedio.
Aquí hay un ejercicio que tenemos que hacer a nivel comunitario, a nivel de sociedad, en donde tenemos que tomar en consideración toda esta carga global de trabajo que estaban tomando en sus hombros las mujeres y que son actividades fundamentales para que funcione la maquinaria. Sin las actividades domésticas y cuidado al interior de los hogares, finalmente no existe el trabajo asalariado, no hay fuerza de trabajo disponible que esté cuidada, alimentada, descansada, para ir a vender su fuerza de trabajo todos los días.
No podemos pensar solo entre hombres y mujeres, muchas veces, dentro de las mismas mujeres hay algunas jerarquías de la que necesitamos hacernos cargos y que tiene que ver con la pobreza de tiempo entre las mujeres de quintiles y deciles de mayores ingresos, versus los quintiles de menores ingresos. Las mujeres de mayores ingresos, en su carga global de trabajo, trabajan 10 horas menos que las mujeres de quintiles más bajos. Esto tiene que ver con que las mujeres de mayores ingresos, pagan para que otras personas puedan hacer sus labores domésticas y de cuidado y finalmente, esa responsabilidad se le endosa a otra mujer en condiciones más precarias y más empobrecida.
¿De qué manera el endeudamiento sistémico y las alzas castigan a las trabajadoras, como se manifiestan estas problemáticas en este sector productivo?
Lo que hemos observado es, principalmente, el aumento de los hogares liderados por mujeres, donde el ingreso principal es la mujer y es la cuidadora principal de sus hijos. En contexto de inflación y alto endeudamiento, vemos que estos hogares, liderados por mujeres, entran en un espiral de endeudamiento. A ellas les afecta mucho más, porque, no solo sus ingresos son más bajos, sino que, como son mujeres que lideran hogares de inicio, donde hay niños entre 0 y 6 años, la mayoría de estos ingresos están destinados a servicios y bienes básicos para la reproducción de la vida: transporte, alimentación, etc.
Dado que estos productos son los que más han aumentado de precio desde el 2020 hasta la fecha, estas mujeres, finalmente, no tienen los ingresos suficientes para sostener su vida ni la de sus hijos. Esto tiene como consecuencia directa, que el endeudamiento se configura como un ingreso adicional mes a mes. Finalmente, los ingresos son insuficientes, pero, en estos hogares en particular, la necesidad de bienes y servicios es algo ineludible. Al ser una obligación el necesitar de estos bienes y servicios, no hay ningún mecanismo de ahorro ni de ayuda social que pueda emanar de alguna política pública.
La falta de autonomía económica es algo que puede poner en situación de vulnerabilidad a las mujeres y son propensas sufrir violencia en un contexto en el que no tienen los ingresos suficientes para su subsistencia individual, ni la de sus hijos. Finalmente, los bajos ingresos, el endeudamiento sistémico, un contexto de inflación y de alzas en la vida, pone en riesgo los entornos vulnerables a los que están expuestas las mujeres. No solo debemos hablar de ingresos, sino que, de autonomía económica, lo que permite que las mujeres estén mucho más seguras en sus entornos.
¿Cuál es la relación del sindicalismo y las trabajadoras? y ¿cómo esta práctica podría contribuir a la mejora de sus condiciones materiales?
Consideramos que lo fundamental es que podamos avanzar en una cobertura sindical importante, pero no solo necesitamos sindicalizarnos más, sino que, poner en la palestra los desafíos y las necesidades que atañen principalmente a las mujeres, deberían preocuparle a la clase trabajadora en su conjunto. Hoy día, cuestiones como un pre y pos natal parental, subsidios para las personas cuidadoras, reducción de jornadas horarias, son cuestiones fundamentales que hoy se deben poner en la palestra, pero sin lugar a dudas, a través de liderazgos femeninos.
Dentro de las estrategias del movimiento sindical y de la clase trabajadora en su conjunto, no solo es necesaria la sindicalización, sino que, también, avanzar en la negociación ramal o de amplia cobertura, en donde los y las trabajadoras retomen el poder para buscar una redistribución efectiva de la riqueza, pero también, una redistribución efectiva de los derechos.
En este sentido, no hay que solo avanzar en el aumento de una sindicalización, sino que avanzar en la negociación colectiva ramal es urgente para equilibrar las fuerzas entre la patronal y los trabajadores y trabajadoras. Desde allí avanzar en estrategias y desafíos para la clase trabajadora, en donde las mujeres puedan poner los temas que les afectan directamente.
Considerando el contexto laboral de las trabajadoras, ¿dónde deben apuntar las políticas públicas en materia de pensiones, salarios, pobreza de tiempo, etc?
Hay cosas que hoy se están discutiendo y que son fundamentales. Lo primero, en el mundo del uso del tiempo, es urgente poder establecer la reducción de la jornada laboral y sin muchas de las mañas que está teniendo el proyecto de ley de 40 horas, en donde muchos de los trabajadores y trabajadoras no están contempladas. Eso es lo primero, hacer efectiva la reducción horaria, especialmente sobre las ganancias del capital, que solo han incrementado en la última década, versus los salarios estancados.
Una segunda cuestión fundamental tiene que ver con los salarios, no solo de las mujeres, sino de la clase trabajadora. Hay distintos estudios que hablan del aumento del salario mínimo para aumentar el sueldo de las mujeres. Las mujeres se ubican principalmente en los tramos menores salariales, por tanto, un aumento del salario mínimo, inmediatamente hacen que aumenten los ingresos de muchas mujeres.
Una política salarial robusta, que finalmente esté en línea con lo que los trabajadores y trabajadoras producen, también tiene un efecto virtuoso en aumentos salariales relativos para las mujeres trabajadoras.
Por último, algo urgente es el debate que se está dando en torno a la Pensión Garantizada Universal. El Gobierno ha mantenido la estructura de que este «beneficio social» pueda ser efectivo para las mujeres solo a los 65 años, a pesar de que las mujeres jubilan a los 60 años. Este es un mecanismo perverso para que las mujeres se mantengan en el mundo del trabajo asalariado, sin jubilar, para esperar por este beneficio de PGU, desconociendo toda la carga de trabajo que tienen ellas detrás.
Entonces, la reducción de jornada horaria, mejoras en el salario mínimo de manera inmediata y el debate de la Pensión Garantizada Universal, hoy día para las mujeres, es fundamental.