[resumen.cl] Agenda Trama constituye un documento que sintetiza los diálogos sostenidos por una multitud de personas que se desempeñan en diversas áreas del arte y la cultura del país. Su síntesis se plasma en recomendaciones y propuestas orientadas a robustecer la política cultural y su implementación. Lo hace con un enfoque de derechos para quienes laboran en sus quehaceres y para la población que debe tener acceso a expresiones de la cultura de la cual ella también es productora.
Agenda Trama: Recomendaciones para el Desarrollo de las Artes en Chile fue publicado en mayo de 2016 y, si bien en estos cuatro años el país ha experimentado múltiples transformaciones, sus planteamientos tienen una vigencia evidente, representando un valioso insumo para las discusiones que ahora se dan y que continuarán desarrollándose en torno a una política cultural que garantice derechos.
Julieta Brodsky, Carolina Galea y Kika Valdés, todas directoras de Tramadas y partícipes de la elaboración de la Agenda Trama han respondido a las preguntas de Resumen respecto al contenido del documento.
– Para comenzar, quisiéramos que nos hablarán de cómo se gestó esta Agenda y qué representa actualmente, cuatro año después de difundida.
Kika: Agenda Trama fue una propuesta para modificar la política pública (deficiente al abordar el trabajo y derechos) cuyo fin era mejorar las condiciones laborales y la sustentabilidad económica de los trabajadores de la cultura en Chile. Temas que hoy se hacen urgentes de abordar dada la tremenda crisis que nos afecta. Fue una sistematización de diversas actividades participativas que se gestaron a lo largo de la realización de Proyecto Trama durante 3 años, de consultas a expertxs y de creación de espacios de diálogo llamados "laboratorios de políticas públicas", realizados en concreto para abordar este trabajo en las 4 regiones donde se desarrolló Trama. Y ¿por qué se hizo? porque desde quienes lideramos la ejecución de este proyecto y lxs mismxs participantes, sabíamos que no solo se trataba de capacitar y asociar, sino que era necesario impulsar una reforma al marco normativo e institucional que velase por el cumplimiento y promoción de los derechos, la sustentabilidad, modificar la concursabilidad, la centralización y la participación, entre otras. De hecho, la Agenda parte pidiendo que la Cultura se incorpore a la Constitución como un derecho, así de claro. Yo siento que mirar atrás y ver todo ese esfuerzo que se hizo con agenda trama, vinculándola y trabajándola con representantes políticos que pudiesen apoyar el proceso, con las redes, desde la gestión, etc; y que luego haya quedado guardada en un cajón, dice mucho de lo que ha hecho la institucionalidad y el liderazgo de quienes han permanecido en puestos y espacios de manera muy cómoda quizás, sin entrar en estas temáticas que requieren compromiso para un desarrollo equitativo del sector.
¿Te imaginas que la agenda la hubiesen impulsado durante todos estos años por el Estado y las organizaciones que estuvieron detrás de Trama? La agenda hay que actualizarla, pero es un buen punto de partida que se debiese haber considerado a lo largo de estos años.
– Inicialmente, se reconoce en el texto la existencia de una «disparidad en las condiciones para el desarrollo de las distintas disciplinas artísticas, tanto a nivel institucional como presupuestario». ¿Cómo se manifiesta este fenómeno y qué repercusiones tiene para quienes trabajan en el ámbito artístico y la comunidad en general?
Kika: Se expresa en que se invisibilizan muchas prácticas y se realzan a nivel nacional algunas que en determinados territorios no se ejercen ampliamente. Por ejemplo, en las artes escénicas, el teatro puede que se torne más predominante. Pero ¿todas las comunas de Chile desarrollan teatro? ¿todas las regiones incluso? Pienso en Concepción mismo donde, aparte de la música, quizás es la danza una disciplina más arraigada y los espacios culturales, por ejemplo, no se hacen pensando en ella, no? La infraestructura cultural institucional visualiza teatro y música por lo general ¿Qué pasa con la artesanía por ejemplo, dónde se crea y expone? ¿con el folclore y esos espacios para ensayos permanentes que no tienen? Entonces, ¿qué prácticas son las que se está procurando impulsar? pues, las que se visualizaron predominantes desde el centro de una capital probablemente. Chile es muy rural, debemos entender que la cultura no es lo que les gusta o quieren desarrollar quienes dirigen el ministerio o las instituciones, ni lo que nos gusta a las y los gestores e incluso a los mismos creadores, la cultura ES lo que se realiza en los territorios y eso, tenga la forma que tenga se debe apoyar en su desarrollo, es la única manera de tener un impacto real en la comunidad para generar un desarrollo integral.
– Hasta ahora, las instancias denominadas como de participación por la institucionalidad carecen de carácter vinculante. ¿Qué representa esta situación, considerando que en las Recomendaciones a los Estados Miembros de 1980, la Unesco «invita a los Estados Miembros a que tomen las medidas necesarias para que los artistas y sus organizaciones participen en las deliberaciones, en la toma de decisiones»?
Kika: Bueno esa relación, que ni siquiera ahora cuando gremios, sindicatos y organizaciones representantes de diversxs trabajadores y trabajadoras exigen tener incidencia ante una crisis muy fuerte y una institucionalidad que no acierta con el rol que debe jugar, queda evidenciada en esa ruptura tan grande que se vive hoy. Son las y los artistas,ténicxs y gestorxs de este país quienes hacen el arte y aportan a desarrollar la cultura; las y los trabajadores culturales saben cuáles son las soluciones que necesitan, ellxs lo viven a diario y están en los territorios, tienen todo el derecho a exigir mejores soluciones. Cerrar ese espacio, no ser flexible ante un momento tan complejo, no tener voluntad para incorporar demandas tan legítimas, genera un rechazo, y es lo que estamos viviendo ahora mismo. Aferrarse a un modelo no dialogante y sin incidencia en los lineamientos a seguir ya no se sostiene.
– El centralismo es otro de los fenómenos que designan como perjudicial en el ámbito de la política cultural. Coméntennos cómo se expresa y qué medidas apuntarían a corregirlo.
Kika: Bueno, es un gran problema no solo de la política cultural sino de la política chilena en general. Desde Agenda Trama se propone, quizás con mayor énfasis si revisamos el documento, el fortalecer en materia cultural a los territorios desde su institucionalidad local, o sea el municipio. Tener una ordenanza, por ejemplo, que obligue a cada Municipio a gastar el 2% de su presupuesto como mínimo para el desarrollo cultural local, robustecer los departamentos y equipos culturales, poder recibir asignaciones directas desde el ministerio, etc. Esa es una idea que hemos profundizado mucho desde Tramadas: el desarrollo local para el fortalecimiento global. Y este hacer territorial se debe realizar con participación e incidencia real y para hacer eso hay que cambiar lógicas y diseñar nuevas metodologías ya que la ciudadanía tampoco sabe sola cómo incidir, es un proceso, una co-labor.
– La legitimidad de las donaciones culturales constituye un debate. La Ley que las legalizó permite a empresas realizarlas teniendo una inmediata rebaja impositiva de la mitad de la cantidad de dinero que donan, además, el resto de dinero se contabiliza por el Servicio de Impuestos Internos (SII) como gasto, por cuanto tal cantidad también se resta de la tasa de impuestos a la renta. Es decir, a cuenta de dinero que deja de recibir el erario fiscal, tales firmas pueden elegir a discreción las iniciativas que apoyarán y difundir sus marcas asociándolas a productos o actividades valoradas por la comunidad. ¿Cómo ven esta situación?
Kika: Puede que el debate principal sea que finalmente no donan al sector, o no donan como debiesen. Que tengan rebajas tributarias es un incentivo y está bien, en un sistema capitalista ninguna empresa tiene la obligación de ayudar a nadie, y así lo entienden y desde ahí parte muchas veces la relación (a diferencia de los modelos de economía social). El problema real es más profundo, el mundo privado le da la espalda al mundo cultural, pero tampoco ha habido voluntad real institucional de generar ese puente para que el privado dimensione la importancia del desarrollo cultural para el desarrollo integral de la sociedad. Tampoco se les ha educado para que comprendan que la llamada responsabilidad social empresarial debe partir por el territorio en el cual la empresa impacta como prioridad por ejemplo. La donación en Chile prácticamente no existe, y seguramente serán grandes organizaciones y proyectos contados con los dedos de la mano, quienes pueden contar con ese aporte. Las evoluciones y los procesos deben ser paulatinos por sobre lo que hay, con lo cual, lo principal sería generar ese acercamiento y que sea coherente al impacto que las empresas generan y en dónde lo hacen. Necesitamos que el mundo privado se involucre de manera consciente con el desarrollo de la cultura y las artes.
– En la Agenda se recomienda hacer un rediseño y adecuación de las categorías con que se miden y registran los sectores de actividad económica y las ocupaciones para que logren dar cuenta de la realidad del sector cultural. Háblennos de la relevancia de este cambio.
Julieta: Esto es relevante, ya que la única forma que tenemos de medir la actividad cultural en términos económicos es a través de la información que recoge el Servicio de Impuestos Internos, y ellos clasifican los distintos sectores económicos a través de estas categorías. En el ámbito de las industrias creativas, existen muchos clasificadores que dan cuenta de actividades que se relacionan no sólo con una industria creativa en específico sino también con industrias que están fuera del ámbito cultural. O bien, una categoría puede integrar actividades de varias industrias creativas lo que no permite realizar comparaciones entre ellas. Y suele suceder que una misma categoría dé cuenta de distintas actividades al interior de una misma disciplina. Esto dificulta realizar análisis respecto, por ejemplo, al aporte al PIB de cada una de estas industrias; o el nivel de empleo que generan. También es fundamental poder realizar comparaciones entre las distintas áreas que conforman estas industrias, así como entre los distintos eslabones de la cadena de producción (por ejemplo, medir los ingresos de los creadores versus el de personas a cargo de tareas de distribución, comercialización, etc.). Si contamos con clasificadores que reflejen efectivamente la actividad de los distintos subsectores, podemos ahorrarnos muchos recursos y tiempo en levantamiento de información a través de otros medios como encuestas, por ejemplo, ya que tendríamos los datos disponibles y sistematizados. El poder conocer y medir todos estos aspectos nos permite desarrollar mejores políticas públicas, compararnos a nivel internacional o regional y en general mejorar la infraestructura de información con que cuenta el sector que es siempre algo importante y positivo para su desarrollo.
– Hace algunas semanas el Mincap ha comunicado la suspensión del programa de educación artística Acciona en múltiples regiones para este 2020, lo cual induce a pensar sobre el lugar que tiene y ha tenido la educación artística en los diferentes gobiernos postdicatoriales. Ahora bien, en la Agenda se indican una serie de propuestas referidas al fortalecimiento de la educación artística. Compártannos los componentes que de acuerdo a ustedes son los principales.
Kika: Primero decir que nos parece realmente lamentable que se corten programas tan emblemáticos en este contexto de crisis, sobre todo para el desarrollo regional y una fuente laboral importante para tantos artistas y gestorxs, Volviendo a las propuesta de la agenda, en educación es un mundo y nuevamente en un contexto como el de hoy se hacen esenciales las herramientas que puede aportar el sector cultural a la formación y acompañamiento en la niñez, que además debiese ser un derecho garantizado. Pero el problema con educación no es sólo en la niñez ya que luego tenemos los espacios de formación artística, de donde salen miles de artistas anualmente, pagando igual que el resto de las carreras por una educación que no les da herramientas para desarrollarse laboralmente y eso es alucinante. Los centros de formación debieran entender la necesidad de proporcionarles herramientas idóneas para la sustentabilidad, y no solo eso, darles un mapa acabado de lo que es el sector, sus políticas y sus desafíos.Yo estudié periodismo y me formaron para salir a trabajar y buscar mi sustento con la profesión ¿por qué a las y los artistas no los visualizan trabajando? Eres profesional pero no te enseñaron que tienes derecho a recibir una remuneración por lo que haces.
– En el ámbito de la creación y producción cultural, uno de los elementos más determinantes es el régimen que implica la concursabilidad, generando diversas repercusiones. ¿Cómo se afecta esta situación a los procesos creativos y qué medidas serían básicas para su superación?
Julieta: La concursabilidad se convierte en un sistema de competencias que afecta toda la cadena de producción de las artes y la cultura, incluyendo los procesos de creación. Es una forma de estructurar los procesos creativos muy particular de nuestro país, donde muchas veces los proyectos artísticos se diseñan para ser postulados a los fondos, y si no son beneficiados no se llevan a cabo. Esto probablemente no ocurre en ningún otro lugar. Además, como dice el sociólogo Tomás Peters, el sistema de concursabilidad reproduce las estructuras de desigualdad que existen en nuestra sociedad y las replica en el ecosistema cultural, ya que quienes logran adjudicarse los proyectos son aquellos que conocen las reglas del juego y manejan un cierto capital cultural y social que les permite utilizar el lenguaje adecuado, entender la lógica de los formularios, reunir los apoyos requeridos, etc.
Por último, consideramos que los fondos concursables propician una lógica individualista y competitiva entre los y las trabajadoras culturales, generando desconfianza entre ellos, ya que se ven como posibles rivales en esta competencia por recursos que son escasos. Esto va en contra de lo que más necesita el sector que es unidad y colaboración para enfrentar la precariedad e impulsar cambios en las políticas públicas.
– Es interesante leer que la negociación colectiva ramal se constituye como una medida recomendada por Trama, más aún cuando en Chile muy pocos sectores laborales la practican, haciéndolo gracias a la fuerza de su presión, pues, no se ha restablecido luego que el Código del Trabajo impuesto en Dictadura la excluyera de la reglamentación. Ahora bien, ¿qué posibilidades ofrece la negociación ramal para quienes laboran en el ámbito artístico y cultural?
Carolina: La negociación colectiva ramal es un mecanismo que permite equilibrar las asimetrías entre empleadores y trabajadores. Si tenemos en cuenta la importancia del trabajo como factor que impacta, no sólo en el crecimiento económico de un país, sino también, en las condiciones de vida de sus habitantes, este equilibrio permite avanzar hacia una mejor calidad de vida y una profundización de la democracia. Para quienes laboran en el ámbito artístico y cultural la negociación ramal implica la posibilidad de organizar y coordinar a todo el sector para negociar mejores condiciones laborales y sobre todo para representar a un grupo de trabajadores y trabajadoras que han estado históricamente invisibilizados. Por lo tanto, no solo se trata de tener mayor poder de negociación frente a empleadores, sino que principalmente podría significar la posibilidad de asociar a un sector que necesita sumar fuerzas para buscar soluciones frente a una legislación e institucionalidad laboral que no logra dar respuesta a sus necesidades más urgentes.
– Sería aleccionador que se pudieran referir a por qué es importante la formalización de las iniciativas culturales y cuál debería ser el rol del Estado en este sentido, según sus conclusiones.
Carolina: La formalización es siempre una herramienta y debe ser vista según el contexto. No toda iniciativa cultural requiere formalizarse pues ese proceso depende de varias aristas: los objetivos que busca alcanzar, el grado de desarrollo de la iniciativa, si existe una dimensión laboral presente, etc. Dicho esto, la pregunta siguiente podría ser ¿en qué casos, sí es importante la formalización y qué rol debe cumplir el Estado? En estos casos, más que hablar de iniciativas culturales, podríamos hablar de situaciones en las cuáles se hace necesaria la formalización. La primera de estas situaciones tiene que ver con las relaciones laborales, pues éstas siempre debieran estar formalizadas, independientemente del tipo de relación laboral: dependiente, independiente, autogestionada. La segunda es la gestión de derechos autorales, pues está relacionada directamente a la distribución y difusión de las obras. Actualmente, el desconocimiento de los autores en esta materia es paralelo al nivel de informalidad en que se gestiona, lo cual tiene como consecuencia una menor distribución y difusión de las obras. Y en tercer lugar, tenemos aquellos casos en que un colectivo alcanza un nivel de coordinación que le permite tener objetivos a largo plazo y transformarse en una organización. En algunas ocasiones, entonces, la formalización será un paso natural para cumplir sus metas.
Finalmente, el rol del Estado será conocer las necesidades del sector cultural y luego establecer políticas que apoyen los procesos de formalización desde diversos frentes, no sólo desde la institucionalidad cultural. En este sentido, hace falta una mirada sistémica del sector cultural que vaya más allá de lo propiamente sectorial, como se ve hoy en día.