Pasadas las 13:00 horas del 21 de octubre de 1993 una micro del transporte público era interceptada por funcionarios de Carabineros de Chile en la intersección de las calles Manquehue con Apoquindo, Región Metropolitana. Entre las y los pasajeros de la locomoción se encontraban cinco militantes del Movimiento Juvenil Lautaro – MJL, como parte del repliegue tras haber realizado una acción de «recuperación» -asalto con fines políticos- a una sucursal del Banco O’Higgins.
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La micro fue cercada y decenas de policías dispararon sus armas contra la locomoción; pese a la rendición de las y los lautaristas, los disparos continuaron. El saldo fue de seis personas asesinadas entre las que se encontraban tres lautaristas, además de una decena de heridos producto de las ráfagas de disparos desmesurados en las ciernes de la transición.
Ante los hechos, sin una coma de duda, el presidente Patricio Aylwin respaldó el actuar policial, indicando que «cuando se arrancan los delincuentes se acusa a Carabineros de ineficiencia, de negligencia, de que la autoridad no se ejerce. Cuando se ejerce la autoridad entonces se acusa (…) de excesos«.
En un contexto político donde el gobierno chileno potenciaba sus mecanismos de inteligencia para desbaratar y desarticular organizaciones políticas que no fueron parte de los pactos con la dictadura, Aylwin enfatizó: «Yo respaldo plenamente la actuación de Carabineros», sembrando la impunidad contra el actuar de los policías.
Los lautaristas asesinados fueron Raúl González, Alejandro Soza y Yuri Uribe, este último oriundo de Hualpencillo e hijo de la recientemente fallecida María Luz Toro. Sin embargo, la impunidad primó sobre la justicia chilena.
La masacre de Apoquindo marcó un punto de inflexión en los inicios de la transición política, donde la inteligencia de la Concertación se afiató a personeros políticos de sus partidos (principalmente la Democracia Cristiana y el Partido Socialista), como también se sustentó en ex agentes de los órganos de inteligencia y represión de la dictadura pinochetista.
El hecho ha sido objeto de investigación pero ha sido visibilizado de diversas formas. Un ejemplo es la la canción Eugenia de Fiskales Ad-Hok, tema que aparece en el clásico álbum Traga! que fue escrita por el vocalista de la banda Álvaro España para su prima Tatania Navarro, una de las pasajeras de la micro que fue asesinada en la masacre de Apoquindo.