La lucha por las 8 horas, entregó a los trabajadores tener 16 horas del día a su disposición, ya fuese para formarse, descansar o tener algo de ocio. En Estados Unidos, pese a que la ley Federal de 1868 lo implementó, no pasaba de aplicarse para los funcionarios del Estado y para el resto no era vigilado su cumplimiento.
Por Ariel Ríos Pncheira
La campaña por las 8 horas nació gracias al trabajo de la American Federation of Labor (A.F.L). En el IV Congreso de 1884 se acordó organizar una jornada de lucha el 1º de mayo de 1886 para dicho objetivo. Los anarquistas de Chicago, motores del movimiento en la ciudad no mostró demasiado interés por la propuesta de campaña, pero conforme se acercaba la fecha, se fue implicando en la lucha. En la ciudad las élites dirigentes muy reaccionarias a las reivindicaciones se enfrentaron a un activo movimiento socialista de carácter anárquico, con medios de propaganda potentes como Arbeiter-Zeitung, dirigida por August Spies y escrita en alemán, o The Alarm, en inglés y dirigida por Albert Parsons.
Tras la huelga convocada, se produjeron masacres como la de Bay View el 5 de mayo, en donde asesinaron a 7 huelguistas. En el caso de Chicago, el 3 de mayo, los trabajadores movilizados fueron reprimidos cuando se dirigían a la fábrica McCormick, que seguía trabajando con esquiroles para evitar el paro. Los agentes policiales dispersaron a balazos a la multitud enfurecida, con un saldo de 6 muertos y varias decenas de heridos. Al día siguiente, en la plaza Haymarket más de 20.000 personas se reunieron para protestar por la violencia policial y exigir las 8 horas de trabajo, pero al finalizar el acto, la represión se desató matando a un número indeterminado de personas.
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Los sucesos posteriores fueron intensos, se detuvo a varios anarquistas, sometidos a un proceso que llevó a la ejecución de varios de ellos y el encarcelamiento de otros. Los juzgados fueron Albert Parsons, Oscar Neebe, August Spies, Adolf Fischer, Louis Lingg, Michael Schwab, Samuel Fielden y George Engel. Todos condenados a morir ahorcados, excepto Fielden, Neebe y Schwab, quienes quedaron en prisión, ello sucedió el 11 de noviembre de 1887.
Louis Lingg no soportó la sentencia y se suicidó unas horas antes en su celda, encendiendo un pequeño explosivo que le destrozó la cara y le hizo agonizar durante algunas horas. El juicio es considerado como un montaje en el cual se juzgaban a las ideas del movimiento sindical, más que a los eventuales autores materiales de los hechos de la plaza Haymarket.
El impacto por el asesinato de los 4 sindicalistas impactó en todo el mundo y fomentó la radicalización de las agrupaciones de obreros en pos de mejores condiciones laborales, entre ellas trabajar 8 horas diarias, una cuestión que se la debemos a la lucha de obreros como los mártires de Chicago.
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Fotografía principal: American Federation of Labor